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Detrás de un alambrado de púas (símbolo de los campos de concentración) fue grabado Orlando Ney cuando pronunció las palabras que lo sacaron del anonimato y que sirvió de eslogan para la televisión sandinista: “Yo soy un hombre libre como la luz del día”, dijo, mientras levantaba el brazo derecho en dirección hacia el sol. Fotos de LA PRENSA/ Manuel Esquivel y Archivo Su primera esposa (q.p.d.e.), Bertha Adilia Flores, con quien procreó cinco hijos.

Un hombre “Libre como la luz del día”

Entre 1981 y 1984, la viñeta de presentación del Noticiero Sandinista reflejaba la imagen de un hombre sencillo, de aspecto campesino, que irónicamente aparecía detrás de un alambrado de púas diciendo: “Yo soy un hombre libre como la luz del día”.

Por Eduardo Cruz.- Entre 1981 y 1984, la viñeta de presentación del Noticiero Sandinista reflejaba la imagen de un hombre sencillo, de aspecto campesino, que irónicamente aparecía detrás de un alambrado de púas diciendo: “Yo soy un hombre libre como la luz del día”.

Eran los primeros años de la Revolución Popular Sandinista y la imagen de aquel hombre desconocido declarando ser “libre como la luz día” era el eslogan perfecto para la televisión sandinista, ya que los líderes revolucionarios pregonaban a todo pulmón que Nicaragua había sido liberada de la dictadura somocista en 1979.

Así que todas las noches, a las 8:00 p.m., en la pantalla de Canal 6, el “Hombre Libre” se convertía en un icono de la revolución, sin que nadie conociera cómo se llamaba ni dónde vivía. Tampoco si estaba de acuerdo en que su imagen fuese usada para propaganda política por el entonces Sistema Sandinista de Televisión (SSTV).

A 12 kilómetros de Managua, sobre la Carretera Vieja a León, en una comarca conocida como Cedro Galán, allí vivía el “Hombre Libre”. En ese entonces se identificaba como Orlando Ney Dávila. Ahora, su cédula de identidad indica que se llama Adrián Orlando Ney Solís y nació el 12 de septiembre de 1932.

Desde la primera noche que salió “al aire” en el Noticiero Sandinista, a principios de 1981, sus vecinos lo apodaron “Hombre Libre” y con el tiempo pocos recordaban que su nombre era Orlando Ney.

Mientras en la televisión el rostro de Ney se hacía cada día más familiar para los nicaragüenses, en su comunidad la gente comenzaba a preguntarle que ¿cuánto le habían pagado por hacer ese papel? Muchos creían que el gobierno sandinista le daba una mensualidad.

Algunos vecinos se mofaban de Ney y uno que otro ingrato comentaba detrás de él: “Qué viejo más caballo, ¿que no pudo decir otra cosa?”

Los burlescos no se ensañaron solamente en contra de Ney, sino que también comenzaron a acosar a las hijas que este procreó con Bertha Adilia Flores, que en ese entonces eran unas niñas: Verónica, Mayra, Eneyda y Jaqueline.

“Las Libritas”, así le decía la gente a las hijas de Ney, quien en varias ocasiones tuvo que sacar machete para enfrentarse a quienes constantemente se burlaban de sus hijas. “A mi díganme lo que quieran, pero con mis hijas no se metan”, decía el “Hombre Libre”. Orlando, el hijo varón de Ney, también recibía las bromas de los vecinos.

En ese entonces la población de la comarca de Cedro Galán era mayoritariamente opositora a la Revolución Popular Sandinista, y Ney tuvo que soportar las embestidas de la opinión de sus vecinos. “Me echaron encima a toda la comarca”, recuerda.

Al principio, el “Hombre Libre” no comprendía muy bien todo lo que estaba pasando, porque ni siquiera tenía televisor para verse, ni sus vecinos, porque no había energía eléctrica en la comarca. Fue hasta días después que pudo verse en el televisor de un amigo.

En una ocasión Ney tuvo que buscar los servicios de un curandero, porque estaba seguro de que en la casa le habían puesto tres “entierros”.

Otro acoso que recibió Ney fue el de periodistas extranjeros. Reporteros de Estados Unidos y de Europa lo llegaban a buscar constantemente para entrevistarlo.

Orlando Ney nació en una familia muy pobre, en el mismo lugar donde a los 49 años de edad fue entrevistado por un periodista y grabado por un camarógrafo del Sistema Sandinista de Televisión, cerca de la Quinta Pinta, en la comarca Cedro Galán.

Al momento de ser entrevistado no se imaginó que esa sería la causa para que años después se viera obligado a abandonar su lugar de nacimiento, cuando ya no soportó el acoso de sus vecinos. Eso fue lo que más le dolió de todo el problema.

Su familia era tan pobre que no siempre tenía qué comer en su hogar. Nunca aprendió a leer ni escribir, ni siquiera a firmar. Ney comenzó a ganarse la vida desde muy joven, como agricultor. A veces también como carpintero y como albañil, pero su fuerte siempre fue la agricultura. “Soy agricultor profesional”, afirma cuando se presenta.

Acababa de finalizar la Cruzada Nacional de Alfabetización, en agosto de 1980, cuando a Ney lo llegó a buscar a su casa un miembro de los Comité de Defensa Sandinista (CDS), de nombre Sergio Dávila, quien le indicó que tenía que realizar la “vigilancia revolucionaria” en los caminos de la comarca Cedro Galán.

Ney recién había llegado a su casa de cultivar la tierra. Estaba cansado, no había comido y su único deseo en ese momento era estar en su casa, con su esposa y sus pequeñas hijas. También comer algo.

“Cuando se oye un grito, yo sé que hay alguien que necesita ayuda. No hay necesidad que ande vigilando los caminos. Ahorita ando bien pijeado”, respondió Ney. Y no fue a hacer la “vigilancia revolucionaria”.

Eso fue suficiente para que los miembros de los CDS consideraran a Ney como un contrarrevolucionario. Poco después llegó otro hombre a la casa de Ney, identificándose como miembro de la Seguridad del Estado. Le hizo varias preguntas y después se fue.

Una tarde, cuando todavía el sol no se había ocultado, a inicios de 1981, se apareció ante Ney un camarógrafo del Sistema Sandinista de Televisión, gordo, acompañado de un periodista. Le preguntaron cómo estaba el campesinado.

“Está bien por un lado, pero por otro está hecho m…, con papeles (billetes) pero no hay nada que comprar”, respondió Ney.

Las preguntas comenzaron a desfilar. ¿Cómo se trabaja la tierra?, fue la siguiente. “En eso soy un experto, se ara para arriba, y después se cruza para el lago, para que el viento y el agua no la laven”, respondió Ney. Después le preguntaron sobre los frijoles, el maíz, el chagüite, entre otras cosas.

Llegó un momento en que Ney ya se sentía cansado. Quería deshacerse de los periodistas. En un acto de desesperación les dijo: “Si vienen a matarme, mátenme rápido”.

“No compañero, no diga eso, si usted es de los nuestros”, le dijo el periodista, quien luego le preguntó: ¿No tiene usted problema en salir al aire?

Fue en ese momento en que Ney dio la respuesta que lo catapultó a la fama y que lo hizo conocido entre los nicaragüenses y aún en países extranjeros.

“No compañero, yo soy un hombre libre como la luz del día”, dijo con su acento campesino y levantando la mano derecha hacia el sol. Allí terminó la entrevista.

“Qué lindo, qué lindo”, gritó con euforia el camarógrafo gordo, y junto al periodista levantaron en peso a Ney

Ney era un hombre que consideraba que no tenía enemigos, no tenía ningún jefe porque él cultivaba la tierra que alquilaba y no le debía a nadie. Fue por eso que cuando el periodista le preguntó si no tenía miedo de salir al aire, respondió que era un hombre libre.

Hoy, 30 años después, Ney dice con toda sinceridad porqué respondió de esa manera. “Lo dije para quitármelos de encima. Yo ni sabía qué cosa era eso de salir al aire”, recuerda.

Cuando Enrique Thibaut, un argentino que era el realizador del Noticiero Sandinista, vio y escuchó la grabación de Ney diciendo “yo soy un hombre libre como la luz del día”, inmediatamente se enamoró de la grabación y la incluyó en la viñeta de presentación y de salida del noticiero de las 8:00 de la noche, el más importante a nivel nacional y uno de los pocos que existían en los años ochenta, cuando el sandinismo controlaba los dos únicos canales televisivos de la época: el 2 y el 6.

La grabación estaba en formato 3/4 y probablemente quedó en el interior de las instalaciones de lo que fue el Canal 6, en Las Palmas. Estas instalaciones habrían sido embargadas por un juez en el juicio contra el expresidente Arnoldo Alemán, que estarían ahora a cargo del Ministerio de Educación, explica el periodista Marcio Vargas.

Todo lo que quedó almacenado en las instalaciones del Canal 6 ha pasado muchos años encerrado y abandonado, sin mantenimiento de ningún tipo, por lo que es de suponer que los vídeos no sirven, pues se oxidan y se pierden.

Al menos dos años y medio pasó Ney en el anonimato. Solo en la comarca Cedro Galán sabían quién era el “Hombre Libre”.

Ney intentaba de todas las maneras que borraran su imagen del noticiero. Todos los días, por seis meses, visitó las instalaciones del Canal para que lo sacaran “del aire”. Pero fue infructuoso.

En una ocasión un abogado le habló de presentar una demanda judicial en contra del Sistema Sandinista de Televisión. Ney comenzaba a comprender que la televisión sandinista lo estaba ocupando para diversión, para propaganda política y hasta posiblemente para negocio, pensaba.

Un día de marzo de 1984, en plena campaña electoral, a LA PRENSA se aparecieron dos personas diciendo que conocían dónde vivía el “Hombre Libre” y que su vida se había convertido en un calvario porque sus vecinos le estaban haciendo la vida imposible por salir en la televisión sandinista.

Pedro Joaquín Chamorro Barrios, en ese entonces codirector de LA PRENSA, envió al periodista Róger Alonso y a un fotógrafo a entrevistar al “Hombre Libre”. La noticia fue publicada el 24 de marzo de 1984, en primera plana.

Esa misma noche, en la edición del Noticiero Sandinista, no salió la imagen del “Hombre Libre”. En su lugar el Sistema Sandinista de Televisión sacó en la viñeta del noticiero al ingeniero Jaime Chamorro Cardenal, Director de LA PRENSA, haciendo como un cerdo y a Chamorro Barrios como una gallina.

“Esas imágenes fueron chocantes”, recuerda Chamorro Barrios, y los sandinistas supieron que no habían caído en gracia por lo irrespetuoso y tuvieron que quitarlas y poner de nuevo al “Hombre Libre”.

Cuando se publicó la noticia en LA PRENSA, ya los sandinistas se habían enterado de la demanda que Ney iba a presentar. Poco antes de la publicación, el “Hombre Libre” ya había recibido la visita de la Seguridad del Estado.

“Díganos quién es el abogado que le está haciendo la demanda”, le dijeron. “¿Cuál abogado?, si usted sabe quién es ese abogado, dígamelo usted”, respondió Ney, a quien le molestó la “cara amarga” de los dos miembros de la Seguridad del Estado.

“No presente esa demanda, si quiere seguir siendo el hombre libre”, fue lo último que le dijeron los dos hombres a Ney, y esta fue la única parte de la noticia de LA PRENSA que fue censurada por los sandinistas y que de manera sorpresiva dejaron pasar.

A partir de ese momento empezó una especie de “enamoramiento” de parte de los sandinistas hacia Ney. En el mejor vehículo que había en Canal 6 sacaron a pasear al “Hombre Libre” por Managua. Solo dos veces ocurrió, porque a Ney no le gustó, pues pensaba que lo sacaban para matarlo.

En una ocasión se metió un cuchillo entre la camisa, y así anduvo por Tiscapa en un restaurante, y ya de noche les pidió a quienes lo paseaban que lo fueran a dejar a su casa y nunca más quiso salir con ellos.

El Sistema Sandinista de Televisión le regaló un televisor a colores, después que LA PRENSA le había regalado uno blanco y negro. Los sandinistas se vieron obligados a conectarle la energía eléctrica a Ney porque no tenía en su casa.

Ney seguía insistiendo en que lo borraran de la viñeta televisiva y fue hasta como un mes después de la publicación de LA PRENSA que finalmente fue “borrado”.

En las oficinas del Canal 6 el funcionario de esa emisora televisiva, Orlando Castillo, leyó un acta que fue levantada por una de las secretarias del Canal, en la que alegaba que Orlando Ney sería quitado de la viñeta del Noticiero Sandinista, pero no de los corazones de quienes lo realizaban y que siempre estarían dispuestos a prestarle ayuda cuando la necesitara.

La actividad terminó en aplausos y abrazos para Ney, quien finalmente vio cumplido su sueño de no salir más en televisión.

A oídos de Ney llegó que los sandinistas, en sus actividades privadas continuaban transmitiendo su imagen diciendo “yo soy un hombre libre como la luz del día”, pero ya nunca más la sacaron en la televisión.

A sus 78 años Orlando Ney todavía trabaja en la agricultura. “El hombre nunca puede vivir solo”, dice Ney, quien enviudó pero ahora está unido a Ángela Morales, quien no le tiene hijos. Abajo se aprecia la choza donde duerme para cuidar sus siembros.
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La Prensa Domingo

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