Fotos de La Prensa/ Oscar Navarrete
Sostiene un vaso de leche agria con su mano izquierda. Con la derecha marca un número y consulta:
—¿Puedo beberme un vaso de leche agria hoy?
Al parecer al otro lado del teléfono la respuesta fue afirmativa, pues mientras acomoda el teléfono sonríe y dice: “Todavía puedo, pero por cualquier cosa tendré que hacer unos 10 minutos más de ejercicio en su nombre. Puedo pero sin sal”, comenta mientras destapa el vaso.
El día de la entrevista Beatriz Membreño, de 30 años, estaba a dos días de marcharse a Guatemala para asistir al Campeonato Centroamericano de Fisicoculturismo Femenino, que se realizó este fin de semana.
“No puedo comer de todo, en los últimos tres meses he estado a dieta porque voy al Centroamericano, así que solo he comido pollo asado o cocido, verduras, arroz sin aceite y tortilla, solo puedo comer antes de mediodía porque lo que se eleva es la ingesta de proteínas y para eso como claras de huevos, las yemas no porque tienen muchos carbohidratos”, explica mientras revuelve la leche agria con algunas pasas.
Membreño, quien fue medalla de oro en el Centroamericano celebrado en el año 2010, es una de las pocas mujeres en Nicaragua que practica fisicoculturismo.
El boom en el país para las féminas en este deporte lo ha tenido el bodyfitness una rama del fisicoculturismo que define el cuerpo, elimina grasa y está más cerca de los cánones de feminidad establecidos por la sociedad.
“Es complicado para una mujer ser fisicoculturista porque con cada menstruación viene la retención de líquidos, tenemos más tejido adiposo y nos cuesta un montón definir el abdomen y que se nos vean los cuadros, pero se logra”, comenta.
Con dos hijos, una de 14 años y uno de 7, señala que no hubo ninguna complicación cuando le dijo a su mamá que se prepararía como fisicoculturista, quizás porque su esposo Juan Obando también practica este deporte y ambos trabajan en el Gimnasio Altamira.
“A las mujeres no nos ven igual. Somos pocas, pero somos la muestra que podemos hacer todo lo que nos propongamos si eso nos hace sentir bien y no daña a nadie”, destacó Membreño, quien hace un tiempo dejó de usar el sostén talla 36 porque la grasa de sus tejidos mamarios ha desaparecido con el ejercicio.
Membreño come poco, pero lo hace cinco veces al día. Antes de cada comida ingiere píldoras de aminoácidos que miden alrededor de una pulgada y media y son de color blanco.
“Estas me las como antes de cada comida, en total son 12 al día, me sirven para regenerar el tejido muscular”, dice mientras me pone una en la mano.
Ella se las come como si nada, pero cuando la píldora se comienza a desintegrar por la fuerza de la mandíbula se siente un sabor similar a leche en polvo con sal. Definitivamente esto no es para cualquiera.
Pero eso no es lo único, los fisicoculturistas también toman unos batidos espesos de fibra y proteínas.
DE ACUERDO
a Jorge Campbell, quien durante diez años fue campeón absoluto en Nicaragua en la categoría de 85 a 90 kilos y nuestro representante líder en los Campeonatos Centroamericanos, el que coman esas cosas, que para la mayoría no son apetecibles, tiene que ver con la meta que se pretende alcanzar.
“En mi caso yo leo mucho sobre los productos que consumo y cuando competía mentalizaba tanto mi dieta que podía ver a alguien comiendo algo, que sin duda sabía mejor que lo que yo estaba comiendo y pensaba que no existía nada más que aquello que sí podía comer”, afirma Campbell.
Aunque es organizador de la copa Campbell que promueve el gimnasio del mismo nombre, Jorge se retiró de las competencias.
“Uno está enfocado en ganar, en verse lo mejor posible y eso hace que te cerrés en esa idea y no te detengás a pensar en nada más así que decidí retirarme y disfrutar de mi familia”, afirma Campbell, quien debía ingerir en cada comida 30 gramos de proteína equivalentes a 10 claras de huevos y tenía que hacer 8 comidas diarias.
Más de una vez —asegura Campbell— vio como algunos bromistas le decían a otros jóvenes ansiosos de mejorar su musculatura que comieran comida para perros y observó con asombro como aquellos lo hacían.
“Es que no medís las consecuencias, deseás tanto ganar músculos que si te dicen que comás algo lo hacés, pero hay que tener cuidado, porque sí puede haber intoxicaciones porque las proteínas no te matan pero te afectan”, destacó Campbell.
LA VANIDAD
es quizás el pecado principal de un fisicoculturista y no es para menos pues además de entrenar rodeados de espejos, deben dedicar al menos entre 20 y 25 minutos para practicar las poses.
“En las competencias no se trata solo de ponerse de día frente al público sino que debés posar. Hay poses reglamentarias y otras que son categoría libre, pero esto se practica y uno se debe observar para mostrar sus músculos, sus cortes y profundidad”, expresó Antonio Zeledón, quien labora en el gimnasio Bally y es considerado dentro de la Federación Nacional de Fisicoculturismo (Fenific) como el relevo de la generación de Campbell.
Los atletas de fisicoculturismo son considerados de alto rendimiento —destaca la Fenific— porque son sumamente disciplinados, entrenan a diario.
“Es bueno competir, pero es un ciclo difícil de romper, porque para tener un buen cuerpo hacés mucho ejercicio que no podés dejar de hacer si querés conservar el trabajo que te permite mantener tu cuerpo”, expresó Zeledón.
Y es que aunque todos los atletas entrevistados reconocen que tienen apoyo de la Fenific comentaron que ese apoyo nunca es suficiente.
“Para una competencia la dieta y los suplementos se comienzan a tomar tres meses antes. En mi última competencia del 2006 gasté 56 mil córdobas, no se sienten, pero salen y fue cuando dije hasta aquí, porque tengo una familia y un negocio y debo cambiar el chip, aún cuando hay empresas que te patrocinan esos patrocinios cubren nada más el 20 por ciento de los gastos y todo sale de la bolsa del atleta”, reconoció Campbell.
PARA UNA COMPETENCIA
los atletas deben dar a hacer sus tangas, o trajes de baño en el caso de las mujeres, pues no se permite que las mismas tengan marcas.
También compran productos para maquillar la piel y un aceite que además de dar brillo funciona como vaso dilatador, lo que hace que las venas se vean resaltadas y les dé puntajes por vascularidad.
La inversión para subir a una tarima de competencia es de al menos 100 dólares, pero no es el dinero el mayor sacrificio antes de mostrar con orgullo el logro de muchas horas, días, meses y años en el gimnasio, es la sed.
Mientras entrenan los atletas pueden llegar a consumir hasta cinco galones de agua diarios, pero comienzan a reducir la ingesta de agua tres semanas antes de la competencia.
Algunos lo conocen como la dieta del agua, comenta Beatriz Membreño, pero no es una dieta, es reducir el agua para que el cuerpo la absorba de la piel y esta, al quedar deshidratada, se adhiera a los músculos permitiendo una mejor apreciación de los músculos.
Cinco días antes de la competencia el consumo de agua está en solo 4 litros y va bajando hasta llegar a nada el día de la competencia.
Antes de la competencia —asegura Campbell— uno se pone de mal humor porque el cuerpo quema tan rápido la comida que ingiere que no le da tiempo al cerebro de procesar que ya comiste.
“Estamos en la tarima sedientos, hambrientos a veces, cuando hacemos las poses en ocasiones nos dan calambres en los músculos del pecho o la espalda y son sumamente dolorosos, pero vale la pena, porque somos escultores de nuestro cuerpo”, concluyó Antonio Zeledón.
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