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Gloria Elena Espinoza, autora de La casa de los Mondragón LA PRENSA/ Archivo.

La biblioteca y sus mundos

El libro es para el hombre lo que la biblioteca es para la ciudad: cultura, encanto, aventura y rebeldía en la imaginación y la industria del pensamiento. Un ser humano que ha leído un libro nunca podrá ser la misma persona.

Pedro Alfonso Morales

El libro y la biblioteca son fuentes inagotables de cultura de las grandes aventuras de la vida, el encantamiento y la transformación de los seres, creadora de mundos insospechados de la naturaleza humana, para rebelarse contra el estado de cosas, tal como veremos en El Quijote de Cervantes, Viaje al centro de la Tierra de Verne y La casa de los Mondragón, de Gloria Elena Espinoza.

El libro es para el hombre lo que la biblioteca es para la ciudad: cultura, encanto, aventura y rebeldía en la imaginación y la industria del pensamiento. Un ser humano que ha leído un libro nunca podrá ser la misma persona.

La biblioteca —del griego biblion, libro y thekes, caja— puede traducirse desde un punto de vista estrictamente etimológico como el lugar donde se guardan los libros. Actualmente esta concepción se ha visto superada para referirse tanto a las colecciones bibliográficas como a las instituciones que las crean y las ponen en servicio para satisfacer las demandas de los usuarios. Y son muchos los novelistas que incluyen el libro y la biblioteca como tema y técnica de la obra y la evolución de los personajes.

Iniciemos por conocer la famosa biblioteca de El Quijote de Miguel de Cervantes, centro del linaje literario que luego desbordará el autor de El Quijote en sus personajes, las diversas tramas de la historia y las técnicas aplicadas en la novela. En el capítulo VI de la primera parte de la obra, Cervantes expone a través del cura Pérez sus apreciaciones sobre ciertos libros de caballería y otras obras literarias de la época, dice el autor:

“Pidió las llaves a la sobrina del aposento donde estaban los libros autores del daño, y ella se las dio de muy buena gana. Entraron dentro todos, y la ama con ellos, y hallaron más de cien cuerpos de libros grandes, muy bien encuadernados, y otros pequeños; y, así como el ama los vio, volviose a salir del aposento con gran prisa, y tornó luego con una escudilla de agua bendita y un hisopo, y dijo:

—Tome vuestra merced, señor licenciado; rocíe este aposento, no esté algún encantador de los muchos que tienen estos libros, y nos encanten, en pena de las que les queremos dar echándolos del mundo”.

En realidad, la Ama se refería al encantamiento que sufrió don Quijote después de haber leído libros de caballería en su biblioteca. Ya sabemos, las aventuras, ideales y reales, realizadas por el personaje y la transformación sicológica, metamorfosis extraordinaria, a partir de la lectura de las obras de su tiempo. Recordemos esos momentos sublimes de la historia:

“Se daba a leer libros de caballería, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza y aun la administración de su hacienda… él se enfrascó tanto en la lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles… En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de la república, hacerse caballero andante e irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban”…

Verne, autor de la fantasía

Julio Verne, francés, autor de las novelas de la ciencia, también usó el libro y la biblioteca para reforzar la personalidad de uno de sus personajes de su historia científica. En el capítulo VI —igual que Miguel de Cervantes— de Viaje al centro de la Tierra, el profesor Lidenbrock, antes de emprender su esperado y soñado viaje al centro de la Tierra, decide visitar primero la biblioteca de su amigo Fidriksson para asegurarse información necesaria para su aventura:

“Apenas todo estuvo acomodado, mi tío expresó su propósito de dirigirse a la biblioteca para ver si podía hallar allí algún manuscrito de Ame Saknussemm”.

Recordemos que el profesor Lidenbrock encuentra un libro del famoso sabio del siglo XVI, Arne Saknussemm, en cuyo interior aparece un pergamino con caracteres mágicos, que le servirán para llegar al centro de la Tierra. Luego en la novela se presenta un diálogo interesante, el cual manifiesta el pensamiento cultural de Verne en relación con el libro y la biblioteca y su función social frente a los lectores de la ciudad. Tan seductora resulta la conversación que osaría escribirla en las paredes de todas las bibliotecas del país:

“El profesor Fridriksson interrogó a mi tío sobre la biblioteca.

—¡Oh! Son unos pocos libros en estantes vacíos.

—¡No! —replicó el profesor—. Tenemos unos ocho mil libros y buena parte de ellos son volúmenes antiguos, preciosos y raros.

—¿Dónde están? —quiso saber mi tío—. Porque según mis cálculos…

—Circulan por el país. Aquí leemos mucho todos. Pensamos que los libros deben ser utilizados, por eso los pasamos de mano en mano para que puedan ser hojeados, leídos y hasta releídos. Generalmente, los libros no vuelven a sus estantes hasta después de pasado un año.

—¿Y los extranjeros? —preguntó mi tío—.

—¡Ah! Los extranjeros tienen bibliotecas en sus países. Nosotros nos preocupamos especialmente, por nuestros campesinos. Hemos creado una sociedad literaria de la que forman parte sabios extranjeros. Me gustaría que usted también fuera miembro…

Mi tío, a pesar de que pertenecía ya a un centenar de sociedades científicas, aceptó con entusiasmo que emocionó al profesor Fridriksson.

Como puede verse, en ambos autores y obras, el libro y la biblioteca desempeñan un papel importante en las empresas que cada uno lleva a cabo. Puede decirse que la biblioteca es un centro que irradia no solo cultura, sino grandes aventuras que transforman al hombre y su pensamiento liberador de su tiempo: hacerse caballero andante y descubridor de nuevos caminos de la vida a través de la ciencia. La aventura tuvo como punto de partida una biblioteca.

Mondragón y las lecturas

Esta técnica aplicada en las novelas mencionadas es aprovechada con sumo cuidado y magisterio por Gloria Elena Espinoza en su novela La casa de los Mondragón, empleando la biblioteca en una especie de relato dentro del relato, espacio dentro del espacio, cronotopo dentro del cronotopo. A diferencia de las bibliotecas de Cervantes y Verne, Gloria Elena Espinoza decora la suya con cuadros de pintura, sonatas musicales y alfombras, como fruto de sus personales vivencias musicales y pictóricas.

En la biblioteca de Gloria Elena Espinoza, igual que en la de Cervantes, se involucra una sobrina, pues en la casa habitaban los esposos Mondragón, Chona y Prudenciana y la sobrina llamada Lucrecia, quien, a partir de sus lecturas, adquiere una gran trascendencia como personaje. Gloria Elena escribe:

“Lucrecia era adicta a ese cuarto de biblioteca y a leer los libros sin que nadie se diera cuenta, porque leía lo que no le correspondía dada su edad, y sobre todo, porque era mujer”

Allí, muy a pesar de su condición de mujer, porque leía lo que no le correspondía, se fraguan los secretos, se transforman los pensamientos, se establecen viajes imaginarios que luego se convierten en realidades, tal como ocurrió con el Quijote cervantino. Lucrecia misma tiene una visión y una actitud quijotesca de las cosas de La casa de los Mondragón y su entorno patriarcal al cual, más adelante, cuestiona y tratará de romper con la fuerza que le ofrece su metamorfosis. Y puede establecerse la bibliografía que hurga Lucrecia en la biblioteca: Canon de Avicena del famoso médico Ibn Siná, El contrato social de Jean-Jaques Rousseaus, la Divina Comedia de Dante Alighieri, La Odisea de Homero, los Viajes de Marco Polo , las Crónicas de Indias de Colón, el Inca Garcilaso y Bernal Díaz , Rubén Darío, un libro de nahualismos, etc.

El libro y la biblioteca ejercen una gran influencia para la transformación de los personajes y su posterior actitud de rebeldía.

La Prensa Literaria

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