14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

 En México el día de muertos más que una festividad cristiana es una celebración donde se mezclan la cultura prehispánica y la religión católica. LA PRENSA/AGENCIA.

Muerte: tradiciones y mitos

El grabado y otros de las calaveras han sido llevados al arte pop, al cartel, a la dulcería, a los arreglos diversos, a la fotografía, a las artesanías, al nuevo santoral, promovido por grupos extremos, como es la Santa Muerte, en un nuevo sincretismo religioso.

Por Arnulfo Agüero

En el México contemporáneo, los artistas de este y otros países se han dado a la tarea de recrear los iconos prehispánicos de la muerte, con imágenes de calavera. Uno de esos célebres artistas es el grabador Guadalupe Posada, que si bien realizó dibujos con temas de la revolución mexicana, su dibujo representativo es la muerte Catrina, y otros relacionados a la festividad del Día de los Muertos, que es el 2 de noviembre.

El grabado y otros de las calaveras han sido llevados al arte pop, al cartel, a la dulcería, a los arreglos diversos, a la fotografía, a las artesanías, al nuevo santoral, promovido por grupos extremos, como es la Santa Muerte, en un nuevo sincretismo religioso.

EL RITO DE LA MUERTE EN LA NICARAGUA PRECOLOMBINA

En la Nicaragua precolombina donde convergieron culturas del norte y sur, el ritual de la muerte tuvo sus particularidades de las que existen algunos vestigios soterrados.

Para Rigoberto Navarro Genie, antropólogo nicaragüense, el mundo prehispánico tenía respeto por la muerte, ya que junto a vida formaba el equilibrio de la naturaleza, esto se apreciaba en algún momento en los rituales y ofrendas realizadas.

En Nicaragua, subraya, esta tuvo sus particularidades: a los muertos antes de ser enterrados en el suelo, los envolvían en sustancias rojas, posiblemente óxido de hierro. Cuando llegaron los españoles los enterraban en fardos de tela dado que no habían ataúdes, en tanto a los caciques los cremaban y los ponían en urnas funerarias, como la encontrada en la Isla Marota, de Granada, en el 2005.

Valoró que la cultura de la muerte en México es dominante y que aún pervive en grupos nativos poblacionales, incluyendo Guatemala, muy al contrario en Nicaragua, donde esta cultura ritual fue extinguida, todavía en el siglo XVII se le perseguía, sin embargo algunas manifestaciones celebratorias de fiestas precolombinas se mantienen ocultas y que vemos en la actividad de Santo Domingo.

LOS CHOROTEGAS: LA MUERTE ES LA FIESTA

Por su parte el antropólogo Edgar Espinosa, citando al fraile Francisco de Bobadilla, dijo que este cuestionó a los nativos sobre el asunto de la vida después de la muerte que los nicaraos llamaban “yulio” al alma, la que viajaba de la muerte a la vida.

 Mictlatecuhtli,  señor del lugar de los muertos, representado con rostro fiero, pies y manos con garras.
LA PRENSA/AGENCIA.

En tanto para los chorotegas, el morir significaba una gran fiesta y ritual de antropofagia, porque en ella se comían a sus difuntos, refiere el cronista González Fernández de Oviedo. Explica Espinosa, que recuerda que en 1998 se hicieron excavaciones en Malacatoya, que comprobaba este relato.

Estas manifestaciones del ritual de la muerte también se encuentra en platos de cerámica rosales esgrafiada, sus dibujos delinean un inframundo, cuidado por jaguares.

Otros entierros fueron realizados en cuevas, como las encontradas en Boaco y Teustepe, pero también se dieron cremaciones de caciques y las cenizas de estos fueron depositadas en urnas funerarias. Después de la llegada de los españoles la tradición que permaneció es el tipo de rezos y entierro católico.

Por su lado María Dolores Álvarez estima que en la tradición oral y las prácticas culturales contemporáneas subyacen rasgos de las culturas prehispánicas y africanas que se expresan en las danzas rituales de ofrecimiento del niño o niña fallecida a la Luna y a los espíritus de los dioses.

Algunos mitos y leyendas —añade— refieren la existencia de almas protectoras de las comunidades y en otros casos almas en pena que buscan solventar su “dolor” para descansar en paz en el mundo mágico-mítico de los muertos. Otros casos, menos frecuentes, asocian la muerte a los “impactados” que a cambio de riquezas ofrecen su alma a espíritus negativos.

LA TRADICIÓN Y EL MITO

¿Cómo es la vida después de la muerte? era una de las interrogantes que los frailes católicos españoles les hacían a los indígenas conquistados del México del siglo XVI, los que tenían su propia cosmovisión dual: el morir para ellos era un ciclo festivo del renacer de la vida misma en el vientre de la madre Tierra.

 La celebración  está llena de muchas costumbres, entre ellas la preparación de calaveras de azúcar, altares de muertos y comida alusiva a las partes del esqueleto humano.
LA PRENSA/AGENCIA.

En la edición 96 Artes de México, Margarita de Orellana afirma que esa visión prehispánica, así como en la actual, la muerte es concebida por los mexicanos de formas diversas en sus sincretismos religiosos y sociales, incluyendo sus manifestaciones artísticas, gastronómicas y populares, que nos sigue asombrando.

De esta cultura ancestral existen huellas dejadas: La sala más importante del Museo Nacional de Antropología en México se llama “Sala Mexica”, en referencia a esa memoria del México de Tenochtitlán, que nos relata esa cosmovisión de la muerte, vista también desde el mundo de la creación y su fantástico inframundo con deidades duales, como Tezcatlipoca y Quetzalcóatl, guardianes y adversarios.

LAS DEIDADES MESOAMERICANAS

Muchas de estas representaciones primigenias fueron realizadas en monumentales piedras desplegando su simbolismo y rituales, donde se incluía el ritual del sacrificio humano para “calmar la ira de estas y otras deidades mitológicas”. Entre esta lista se encontraban la pareja de la muerte Mictlantecuhtli, y Mictlancíhuátl, así como Tlaltecuhtli, Cihuateteo, Tzintzimime, Coatligue, y Coyolxanauhqui.

Estas deidades eran parte en el ritual de la vida de estos indígenas, donde la muerte era una continua celebración del renacer. En este sentido nos dice el antropólogo Eduardo Matus Moctezuma, el culto a la muerte de los mexicas estaba cifrado en un culto a la posteridad de la vida misma, la que descansaba en sus deidades duales, creencias y rituales; no obstante persistía la incertidumbre y el temor a la muerte.

 Los artistas y los diseñadores  también realizan decorativos y alegóricos dibujos alusivos a la muerte como una forma de juego.
LA PRENSA/AGENCIA.

Estos de alguna manera se reflejan en su poesía náhuatl, una de ellas llamada Flor y canto, recopilada por Ángel María Garibay, que dice: “¿Es que allá los veré? / ¿He de fijar los ojos en el rostro / de mi madre y de mi padre?/ ¿Han de venir a darme aún / su canto y su palabra? / ¡Yo los busco, nadie está ahí:/ Nos dejaron huérfanos en la tierra!

LOS ENTIERROS RITUALES DE LOS RICOS Y LOS POBRES

Para Matus Moctezuma, existen diferencias esenciales entre las prácticas mortuorias de México y las otras culturas. Se sabe que los mayas encontrados en el Palenque eran inhumados y sus cenizas depositadas en tumbas suntuosas, estas tenían sus símbolos que hacían referencia a los nueve niveles del inframundo del Xibalbá. Otros sitios como Calakmul, Campeche, Chiapas, tenían prácticas similares. Algunas tumbas tenían adoratorios y se encontraron ajuares de lujo.

Pero también se han encontrado vestigios de los entierros, que podríamos decir eran del pueblo, estos eran sepultados en la tierra debajo de sus casas, a como lo prueban restos encontrados en Tlatilco, Ventilla o Teotihuacan. En estos sitios los utensilios que acompañaban en su viaje a los difuntos eran sencillos.

A diferencia del catolicismo que el destino después de la muerte era marcado por el dogma y los doctrinarios de lo moral, estos mexicas tenían sus propios rangos de “paraíso, gloria, o infierno”, como explicaría un fraile dominico a sus nuevos bautizados en su cruzada medieval de cristianización colonial.

EL INFRAMUNDO DE LOS MUERTOS Y LAS CALAVERAS

Para los nativos el primero en acompañar al Sol en su recorrido desde oriente al mediodía, era destinado a los guerreros muertos en combate o sacrificados a la deidad. Otros difuntos eran incinerados y después de cuatro años se convertían en colibrís. A las mujeres muertas al dar a luz se les veían como diosas. Pues al parto se valoraba como una batalla.

Quienes morían ahogados, iban al Tlalocan, o lugar del dios del agua, Tláloc. Este era una especie de “paraíso terrenal”, refieren escritos de la Historia General de la Nueva España.

 Cihuatéotl.  Representación de mujeres muertas durante el parto, según la creencia mexicas.
LA PRENSA/CORTESÍA.

Y al oscuro Mictlan, irían aquellos fallecidos por cualquier otro tipo de enfermedad. Para estos no hay dioses que lo lleven al paraíso, sino que todo acaba, y solo había un individuo que le dirigía las palabras del final de su existencia sin dioses.

Al muerto se le ponía en posición fetal y era envuelto en mantas y papel, para realizar el viaje, el que estaba lleno de peligros aún. Si lograba llegar a la matriz, significaba prepararse para su nacimiento. Los niños muertos también tenían su lugar, ellos viajaban al Xochatlapan, en donde había un árbol nodriza que los amantaba y preparaba para su regreso.

En esta gran casa de los dioses del inframundo Mictlantecuhtliy Mictlancíhuátl se encontraban la deidad de la tierra, Tlaltecuhtli, su tarea era devorar a los muertos y parirlos. En el Templo Mayor de Tenochtitlán se han encontrado vasijas e ídolos y en la parte exterior se pueden apreciar una hilera de bustos de piedra, que recuerda las calaveras de los sacrificados.

Esto a la manera de ver de estos mexicas no era una cultura de la muerte, sino de continuación de la vida, reflexiona el antropólogo, la que expresaba su dualidad vida-muerte-muerte-vida. Su abundante presencia de cráneos, huesos cruzados, esqueletos y otras expresiones y ritos de la muerte es el núcleo de este pensamiento mesoamericano, de guerreros y agricultores.

Un estudio de Alfredo López Austin indica que los mexicas creían en tres identidades anímicas: el teyolía, el tonalli, y el ihíyotl, la primera se ubicaba en el corazón, era vitalidad, conocimiento e inmaterial encargada del viaje al más allá; la segunda en la cabeza relacionada al destino, fuerza y calor, y la última en el hígado, era el vigor y las bajas pasiones. Al morir la persona las dos últimas se dispersaban en la Tierra.

LOS DIOSES TAMBIÉN MUEREN Y RENACEN

Otro es la “excremación ritual del tiempo”. Para los mexicas el ciclo de la vida del Sol duraba 52 años, después de los cuales tenía que morir y así evitar la degradación. Y para lograrlo se celebraba la “atadura de los años”, en la que moría el Fuego Viejo y se encendía el Fuego Nuevo.

 MictlancíhuaTL,  señora del lugar de los muertos.
LA PRENSA/CORTESÍA.

Para la historiadora de arte Lourdes Cué, los dioses también tienen su ciclo de vida y muerte natural, una de ellas es la diosa Coyolxauhqui (Luna), ella es “decapitada” en el cerro por los rayos del naciente Huitzilopochtli (Sol). Marcando ciclos del fin e inicio, del día y la noche.

Estos mitos y creencias de supremacía espiritual y cultural se encuentran representados en diversos tipos de esculturas de busto o efigies. De igual manera en sus cerámicas, vasijas, urnas funerarias, máscaras, dulces, manjares, panes, las que tienen muchas y complejas significaciones propias de su visión y mundo prehispánico, de la muerte, la fertilidad, el arte, la guerra, y la celebración que anuncia el renacer de la vida.

 Cerámica antigua.  Braceros del guerrero muerto.
 Músicos  representados por esqueletos, ornamento decorativo.
LA PRENSA/AGENCIA.
 CalcomanÍa barroca  y colorida de una calaca mexicana.
LA PRENSA/AGENCIA.


 En la decoración  de las viviendas están las calacas o quirinas.
LA PRENSA/AGENCIA.
 Artesanía moderna,  calavera.
LA PRENSA/AGENCIA.

La Prensa Literaria

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí