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La indignación es el fermento

Hoy sábado a media mañana se realiza en Managua la denominada “marcha de los encachimbados”. O de los indignados, como sería más apropiado llamarlos, pues se trata de personas que no están simplemente enojadas por cualquier motivo, sino gente indignada por los abusos, arbitrariedades e injusticias que comete el régimen de Daniel Ortega.

Para esta marcha de los indignados, la Policía está teniendo una actitud dual, como cuando la marcha de la sociedad civil realizada el sábado 2 de abril del año en curso. Lo mismo que en aquella ocasión, la Policía autorizó ahora una marcha paralela a la organización oficialista Juventud Sandinista, la cual ha sido montada con un evidente propósito de provocación y se realizará a la misma hora que el desfile de los opositores al Gobierno. Además, la Policía aceptó que la ruta de la marcha orteguista se cruce en determinado punto de su trayecto con la que seguirá la manifestación opositora, previamente determinada, lo cual crea la posibilidad de una confrontación violenta.

Siendo que los organizadores de la marcha de los indignados por los abusos del Gobierno solicitaron primero el permiso para su actividad pública, la Policía debió convencer u obligar a los dirigentes de la Juventud Sandinista, a que realicen su manifestación en un horario distinto y que modificaran su ruta, para que no se encuentren con la otra manifestación y evitar enfrentamientos. ¿O es que los mandos policiales reciben órdenes superiores que los obligan a faltar a su obligación de hacer respetar la Constitución y la ley? ¿Significa esta parcialidad con la Juventud Sandinista que la Policía ha perdido el rigor profesional y que ha vuelto o está volviendo a ser un cuerpo policial politizado, partidista y sectario?

Como quiera que sea, los ciudadanos indignados que quieren demostrar su indignación, no se han arredrado por esas dificultades y amenazas, ni renuncian a su derecho constitucional y humano de manifestarse públicamente. Es cierto que las amenazas y provocaciones del orteguismo, y los obstáculos interpuestos por la Policía, pueden impedir que lleguen grandes multitudes a las manifestaciones opositoras, como ocurrió cuando la marcha de la sociedad civil del 2 de abril pasado. Pero de todas maneras los indignados con las injusticias, los abusos y las arbitrariedades del régimen orteguista son muchos y su número sigue aumentando. Y si ahora son solo centenares los ciudadanos que se deciden a demostrar públicamente su indignación manifestándose en las calles, mañana serán millares, después serán decenas de miles y finalmente será toda o la gran mayoría de la población, la que se alzará a la lucha para sacudirse de encima a la nueva dictadura, como se sacudió a la dictadura somocista en 1979 e igual que se sacudió en 1990 a la primera dictadura del FSLN y Daniel Ortega.

Los mismos sandinistas eran muy pocos cuando comenzaron su lucha contra la dictadura somocista, en 1961, y cabe recordar que en aquella época eran las autoridades somocistas las que se burlaban de los sandinistas, igual que ahora los orteguistas se burlan de los demócratas. Tuvieron que pasar casi veinte años, para que los sandinistas se convirtieran en una fuerza mayoritaria y fueran capaces de derrocar al régimen somocista.

Así ha ocurrido siempre en todas partes del mundo, donde ha habido dictaduras y cualquier otra clase de regímenes dictatoriales y despóticos. En realidad, aunque son muchas las personas perjudicadas por los abusos de los gobernantes autoritarios, los que se manifiestan públicamente son pocos en el comienzo de la lucha. Pero de manera gradual las personas que se lanzan a las calles van en aumento, hasta transformarse en una incontenible fuerza política y social. Esto es una ley inexorable de la historia. Es lo que ocurrió en la Europa Oriental que fue dominada por el comunismo, lo que se ha visto recientemente en Túnez y Egipto, lo que está sucediendo actualmente en Libia, Yemen y Siria, eso es lo que seguirá ocurriendo en muchos otros países que ahora están sometidos a dictaduras; y sin duda que es lo que volverá a ocurrir en Nicaragua.

La indignación es el fermento y la condición previa indispensable para la rebeldía y la lucha popular. Quien no se indigna con las injusticias, los abusos y las arbitrariedades del poder, tampoco se rebela de ninguna manera contra sus opresores. Primero hay que indignarse contra la opresión y la injusticia para después luchar por la libertad. Y lo esperanzador es que en Nicaragua hay muchos y son cada vez más los ciudadanos indignados.

Editorial Opinión indignados Managua Organización archivo

COMENTARIOS

  1. José Fernández Castaner
    Hace 13 años

    Apoyo totalmente al pueblo nicaragüense, al que conozco pues viví y trabajé allí durante 8 años. LA DEMOCRACIA debe ser respetada, las dictaduras eliminadas. Viva el pueblo nicaragüense libre.
    José Fernández, desde España.

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