Escoltas en Miss Teen
El otro día, mientras pasaba por mi hija Ximena a la salida del Teatro Rubén Darío, tuve la “suerte” de encontrarme con don Roberto Rivas y sus escoltas. Al principio pensé: “Debe ser que anda aprendiendo un poco del sistema electoral de Miss Teen Nicaragua”, el evento del que estaba saliendo, pero después supe que una de las candidatas estaba relacionada familiarmente con él y a eso se debía su presencia en aquel acto, con una escolta mayor a la que caminaría un sensato presidente de la República. Y mientras veía hormiguear a los policías abriéndole paso a su oronda figura, pensé que dos barrios al menos podrían vivir con alguna seguridad si esos policías estuviesen dedicados a proteger a los ciudadanos y no a andar cuidándole la espalda a este personaje, que ni siquiera funcionario legítimamente electo es, y que con los millones que ha acumulado bien podría pagarse la protección a sus propios miedos.
Levanta agujas
El asunto es más grave. Si usted llega por casualidad a algunos nuevos repartos, unos más lujosos que otros, donde viven los funcionarios de este tipo, se encontrará con muchos policías levantando y bajando agujas en las entradas. Luego, más policías en sus propias casas, haciendo mandados y labores domésticas, como si en Nicaragua sobraran los policías y no halláramos otra forma más beneficiosa para gastar el presupuesto nacional. ¿Por qué no pueden estos repartos pagar su propia vigilancia como pagan todos los demás repartos y destinar estos policías a cuidar al resto de ciudadanos que viven en los barrios y cada vez se sienten menos protegidos?
¿País seguro?
¿Es Nicaragua un país seguro? Sobre esta pregunta hay dos posiciones, aparentemente contradictorias. Unos que dicen que Nicaragua es el país más seguro de Centroamérica y otros que dicen que hay un estado de crimen y violencia que no se quiere reconocer. Ambos tienen razón. Todos los que hemos estado en los países vecinos del norte sabemos la tensión que se respira en México, Guatemala, El Salvador y Honduras. Pero también es cierto que cada vez las calles de Nicaragua están más peligrosas, que muchos barrios viven en “toque de queda”, como relató el domingo pasado en su crónica la periodista Tammy Mendoza de su barrio Américas 3 y que de seguir así pronto estaremos viendo en los periódicos los mismos titulares que hoy se puede leer en los países vecinos.
Decir menos y hacer más
La Policía no debería seguir escudándose en que “somos el país más seguro de Centroamérica” y vendiendo en el extranjero un modelo que aparentemente está haciendo aguas ante el empuje del crimen organizado y la violencia política promovida desde el Gobierno y su partido. Más bien debería estar revisando ese montón de recursos que se gastan en escoltas innecesarias y mandaderos. ¿Cuántos nicaragüenses morirán este mes porque los policías que debían cuidarlos estuvieron custodiando a Rivas y similares o levantando agujas en los repartos de los nuevos funcionarios?
Facundo Cabral
Con su muerte, Facundo Cabral le sigue cantando a la vida. En primer lugar porque es un recio llamado a reflexionar sobre el torbellino de violencia que envuelve esta región. Y, en segundo lugar, porque su muerte revalida palabra a palabra todo lo que él cantó sobre la vida. Así que mi consejo a todos los que admiramos a Facundo Cabral es pensar que él hubiese preferido morir así y no del cáncer que lo agobiaba, porque su muerte, por duro que sea aceptarla, está en consonancia con su canto y con su vida.
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