Ocurrió hace veinte años, pero Denis Martínez lo recuerda tan nítidamente como si hubiera sido ayer. Un 28 de julio de 1991, Martínez alcanzó la excelencia en el pitcheo al bordar un Juego Perfecto ante los Dodgers de Los Ángeles, que no solo obligó a que los reflectores le persiguieran, sino que cuando lo hicieron, pusieron al descubierto una inspiradora historia.
Denis había logrado imponerse con gran éxito en su batalla contra el alcoholismo, mientras relanzaba su carrera como monticulista con los Expos de Montreal, pero un Juego Perfecto en su historial, fue como un premio a su determinación de dar un giro a su vida, y se volvió el patrón por el que se mide a las nuevas generaciones de peloteros en nuestro país.
Aquel domingo de hace dos décadas, Martínez retiró uno tras otro los 27 bateadores de los Dodgers que enfrentó, en ruta a una victoria 2-0 en Los Ángeles, frente a 45,560 fanáticos, quienes tras ser atrapados por el suspenso que antecede al júbilo, aplaudieron de pie al nicaragüense, aún cuando su equipo terminó en el lado equivocado de la historia.
Esta mañana, como todas, Denis se prepara para adiestrar jóvenes en el sistema de Ligas Menores de San Luis, cuyo campamento Clase A, está en Júpiter, Florida. Lo hace desde hace varios años. Quizá la novedad ahora, es que como comparte el sitio con los Marlins, puede ver cada día a Ron Hassey, mentor para Florida, y su receptor la tarde gloriosa.
¿Qué tan a menudo recordás el Juego Perfecto?
Casi a diario me lo recuerdan los niños y jóvenes que vienen al estadio a vernos jugar. Por lo general no me dicen Denis, sino Presidente o Perfecto, mientras piden sus autógrafos. En ocasiones me piden que pongan la fecha del Perfecto en sus gorras o camisas. Es bonito.
- El 28 de julio de 1991, Denis Martínez lanzó un Juego Perfecto ante los Dodgers de los Ángeles en el Dodger Stadium, que acogió a 45,560 fanáticos. El marcador fue 2-0 y el lanzador perdedor Mike Morgan.
Denis labora actualmente como entrenador de lanzadores para los Cardenales de San Luis en Clase A. Ha sido nombrado, además, mánager de la Selección Nacional de Beisbol de Nicaragua que irá al Mundial de Panamá.
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¿Y el vídeo del partido lo ves a menudo?
No tanto. A veces lo vemos cuando nos reunimos toda la familia y alguien desea que lo veamos, entonces lo hago, y por lo general con mis nietos, quienes tocan el televisor y dicen “abuelo, abuelo”. Es una experiencia bonita, sobre todo en familia. Aún me emociona.
¿Qué instante del juego fue especial?
En realidad, todo el juego, porque cada acción es clave en la estructuración de un esfuerzo de esa magnitud, pero el último out fue distinto. Quizá por el suspenso y la forma como se dio. Un batazo de Chris Gwynn al jardín central que por momentos pensé que se iría.
¿Sufriste en ese momento final?
Sí. El sonido de la bola al impactar con el bate fue seco y tuve temor. Aunque me consoló el hecho de que no vi que Gwynn extendiera totalmente sus brazos, pero como le dio con la parte gruesa del bate, la pelota caminó. Pero gracias a Dios, Marquis Grissom la atrapó.
¿Y qué vino después de eso?
La celebración, aunque yo no sabía qué hacer. Pero de pronto, Tim Wallach me abrazó y todos nos reunimos en torno al montículo. Para mí tuvo un gran significado el hecho de que Wallach me abrazara. Habíamos tenido algunas controversias, pero ahora estábamos juntos.
¿En qué pensaste en ese final?
Primero en Dios. Pensé que era la culminación de una obra que desde hacía varios años, Él había iniciado en mí. Yo había dejado de tomar en 1983, y tras pedirle su ayuda porque no fue fácil, le prometí que rezaría el Rosario cada día de mi vida y hasta hoy lo he hecho.
¿Tenés contacto con tus compañeros del Perfecto?
De vez en cuando. Vos sabés que cada quien está en su cosa y no nos vemos a menudo. Con Hassey sí nos encontramos con mucha frecuencia y hasta competimos porque él dirige para los Marlins. Me imagino que para quienes actuaron en el juego, no debe pasar inadvertido.
¿El Perfecto es el culmen de tu vida?
De mi carrera como lanzador, sí. De mi vida, no. Creo que aún tengo cosas por hacer. Yo he querido ser un ejemplo para los jóvenes de mi país y vamos a ver de qué manera podemos ser más incidentes en ese propósito. Creo que hay que llevarles esperanzas a los jóvenes.
¿Qué ves en el vídeo ahora a tus años?
A alguien que se esforzó, que pidió ayuda a Dios porque supo que solo no podría. Veo a alguien que ha querido representar bien a su país, alguien que ha deseado ser buen padre, bueno esposo, buena persona. Y ese es mi empeño cada día, ser mejor.
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