Decenas de miles de refugiados somalíes golpeados por la hambruna estaban empapados y tenían frío ayer domingo después que lluvias torrenciales azotaran sus improvisados campamentos.
Las lluvias son necesarias para sembrar cultivos y aliviar una sequía que ha desatado una hambruna en Somalia, pero en esta ocasión añadieron sufrimiento a los muchos refugiados que viven en estructuras construidas a base de palos y pedazos de tela.
Las descontentas personas en varios campamentos en Mogadiscio dijeron que necesitan más ayuda. “Estamos viviendo en una situación difícil. Dejamos nuestras casas, perdimos nuestros animales y granjas, así que le pedimos a todo el mundo que nos ayude a sobrevivir”, afirmó Abdi Muse Abshir, un refugiado.
Las agencias de ayuda humanitaria tienen acceso limitado en Somalia, donde extremistas islámicos combaten al débil gobierno apoyado por las Naciones Unidas. El grupo más peligroso de extremistas, al-Shabab, vinculado con al-Qaeda, le ha prohibido a las principales organizaciones de ayuda operar en los territorios que controla. La ONU ha dicho que decenas de miles de personas ya han muerto en Somalia.
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