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Trabajó en el circo y sus grandes dotes para la interpretación lo llevaron a recrear al “pelao” (hombre vulgar y pobre) y de este modo nació “Cantinflas”. LA PRENSA/EFE

“El peladito” de la pantalla

Fortino Mario Alfonso Moreno Reyes (“Cantinflas”), la figura del cine hispanoamericano de mayor proyección internacional, nació el 12 de agosto de 1911, día de Santa Clara y San Fortino Mártir, en Ciudad México.

Fortino Mario Alfonso Moreno Reyes (“Cantinflas”), la figura del cine hispanoamericano de mayor proyección internacional, nació el 12 de agosto de 1911, día de Santa Clara y San Fortino Mártir, en Ciudad México.

Hijo de un empleado del servicio postal, desde muy joven recorrió, como cómico y bailarín, las carpas de provincia y los teatros-salones del DF, donde conoció a la bailarina moscovita Valentina Ivanova, con la que estuvo casado 32 años.

El director Miguel Contreras Torres le dio su primer papel en el cine en No te engañes corazón (1937). Pero fue el director Juan Bustillo de Oro quien perfeccionó la personalidad definitiva de Cantinflas, el “peladito” (bigotes sobre la comisura de los labios, pantalones a media cintura…), en Ahí está el detalle (1940). El éxito de este filme impulsó a Santiago Reachi, Jacques Gelman y el propio Moreno a crear Posa Films, SA, de la que Cantinflas fue “artista exclusivo” por varias décadas.

Miguel M. Delgado remplazó a Alejandro Galindo como director de la primera película de la empresa, Ni sangre ni arena (1941), escrita por Jaime Salvador. Delgado y Salvador fueron director y guionista respectivamente de la mayoría de las películas de Cantinflas.

El desarrollo y la proyección internacional del personaje no habrían sido posibles sin el contexto de la llamada “época de oro del cine mexicano” (1936-1958), fenómeno cultural a su vez sustentado por el “milagro mexicano”, período de gran expansión industrial que concluyó en la década de 1970.

Entre las películas en blanco y negro de Cantinflas, destacan El gendarme desconocido (1941), en la que baila con la puertorriqueña Mapy Cortés, Los tres mosqueteros (1942), Romeo y Julieta (1943, con María Elena Marqués), Gran Hotel (1944), El portero (1950, con Silvia Pinal), Si yo fuera diputado y El bombero atómico (ambas en 1952).

De especial interés es Un día con el diablo (1945), con tintes surrealistas, en la que Cantinflas, expulsado del cielo (por enamoradizo), entra en el infierno y sostiene animada conversación con el diablo, interpretado por don Andrés Soler.

En 1956 el dinámico productor estadounidense Michael (“Mike”) Todd le asignó el rol del valet Passepartout, en La vuelta al mundo en 80 días , según Verne, con reparto multiestelar encabezado por David Niven como Phileas Fogg.

El filme rompió récords de taquilla y ganó el Oscar a la mejor película, y aunque Cantinflas no era francés, hizo suyo el rol de Passepartout gracias a su talento y personalidad (también hizo gala, en el mismo filme, de su habilidad como torero bufo, alternando con Dominguín en la plaza de toros de Chinchón, España, donde se rodó la secuencia taurina).

La vuelta al mundo en 80 días se estrenó en el Teatro Rivoli de Nueva York, con la presencia del escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, crítico de cine de la revista Carteles , que le dedicó una de sus crónicas más memorables.

La muerte de Todd en un accidente aéreo frustró el proyecto de filmar una versión del Quijote con Fernandel, Elizabeth Taylor (esposa del productor) y Mario Moreno como Sancho Panza. En 1973, el actor interpretó al personaje en Don Quijote cabalga de nuevo , filmada en España, con Fernando Fernán Gómez como un Alonso Quijano digno de mejor cinta.

Después de dos filmes en colores rodados en México, El bolero de Raquel y Sube y baja , volvió a probar suerte en Hollywood con Pepe (1960), rescatable por la secuencia en que canta “Mimi” con el legendario chanssonier Maurice Chevalier.

De regreso a su patria, dio inicio con El Analfabeto (1961) a la serie de películas en colores (excesivamente sermoneadoras) en las que interpretó personajes de diferentes oficios y profesiones (médico, profesor, conserje, policía…), acompañado frecuentemente por el actor madrileño Ángel Garasa.

De esta serie, El padrecito (1964) tuvo gran éxito en España (donde el cine mexicano se conoce poco); y Su Excelencia (1967) contiene el memorable discurso ante Naciones Unidas en el que cita las palabras de “aquel humilde carpintero de Galilea”: “Amaos los unos a los otros” que “ustedes malentendieron” como “armaos los unos contra los otros”.

LA PRENSA/EFE

Pero pese a su popularidad, no estuvo libre de controversias. Cuando una caricatura de Cantinflas fue designada como la mascota oficial de la selección nacional para el campeonato Mundial de Futbol 1986, celebrado en México, hubo protestas lideradas por la socióloga Jacqueline Avramov, para quien el marginado social personificado por Cantinflas constituía una “imagen de retraso” y no representaba a la mayoría de los mexicanos.

Sus críticos ignoraban que el símbolo cinematográfico supera la literalidad del personaje representado para adquirir su propia dimensión. Cantinflas representaba el ingenio (con el arma secreta del cantinfleo) de las clases populares latinoamericanas como mecanismo de defensa contra el entorno opresivo, igual que el vagabundo de Chaplin evocaba el espíritu de resistencia del ser humano ante la adversidad. En realidad Moreno en sus cintas interpretó todo tipo de oficios, desde botones y voceador hasta sastre, piloto y asistente de científico.

Moreno y Valentina (fallecida en 1966) adoptaron en 1960 a un niño al que nombraron Mario Moreno Ivanova, hijo de una joven estadounidense llamada Marion (Myriam) Roberts, que meses después se suicidó en un hotel del DF, asegurando que el niño era hijo biológico del actor.

Mario Moreno, quien dedicara gran parte de su vida a ayudar a los más necesitados a través de organizaciones humanitarias, murió de cáncer del pulmón el 23 de abril de 1993.

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