Por Cirilo Otero
Estudiosos de la economía se molestan cuando relacionamos los indicadores económicos inflación con el precio de alimentos. Pero, aunque se disgusten, los precios de los alimentos son una señal de la inflación real, en ésta economía que a su vez la están pagando los más pobres del país de forma silenciosa. Y, cuando los políticos de turno gritan y gesticulan a favor de los más pobres, solamente están escondiendo la realidad de forma hipócrita y mediocre. Lo saben.
La canasta básica de 53 productos incrementó 3.23 por ciento su precio durante los primeros cinco meses del año, según demuestran las cifras oficiales, ubicándose en un precio récord. El Instituto Nacional de Información de Desarrollo (Inide) y el Banco Central de Nicaragua (BCN) confirman que en mayo el precio de la cesta alcanzó los 9,584.44 córdobas, 300.15 córdobas más que en enero, cuando se valoró en 9,284.29 córdobas. Y es que desde que inició el año la canasta básica ha sostenido el crecimiento de su precio, pero fue en mayo cuando más aumentó (130.18 córdobas) en relación al mes anterior. En los meses previos, el encarecimiento de la misma no había superado los 40 córdobas en un mes. En mayo la canasta básica alcanzó un nuevo precio récord, pues hasta antes de ese mes el valor máximo que había logrado fue de 9,507.7 córdobas en noviembre del año pasado. LP: 190711
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La canasta de bienes y servicios (53 productos) aumentó su costo en un 3.23 por ciento en un año (BCN:2011), solo ese cambio produce en las unidades familiares una inmediata reducción de su consumo interno, es decir, menos leche, menos frijoles, menos tortillas, menos queso, menos todo, se empieza a consumir y ver en la mesa de cada hogar nicaragüense. Esa es la verdadera inflación, que la pagan los más pobres con altos costos para su vida y desarrollo no sostenible. Debemos llamarla por su nombre la inflación silenciosa que viven los nicaragüenses. Producto de las relaciones de mercado y de injusticia social que practicamos interna y externamente los seres humanos.
Los alimentos son una mercancía más. Aunque los políticos, empresarios, comerciantes, productores instituciones financieras internacionales, entre otros, digan, que les interesa la vida humana y el desarrollo sostenible socialmente hablando. Lo que muestra su actitud frente al comercio de alimentos es que ven a los consumidores como una oportunidad de enriquecimiento y acumulación, pero, nunca como seres humanos, como prójimo.
Ciertamente, el precio de los productos que se encuentran en una canasta de bienes y servicios representa el precio, no así el valor de estos para las necesidades humanas. Más lo que vivimos es una negación del derecho humano de consumirlos para vivir y desarrollarnos plenamente. Para el gobierno es importante señalar, que controla la inflación con las llaves (instrumentos legales) que tiene en el Banco Central, y en el ministerio de hacienda, para quedar bien con la línea de las exigencias del Fondo Monetario Internacional y seguir jugando en el sistema capitalista mundial.
Esto último lo comprendemos muy bien. Lo que no entendemos por qué debemos mentirle a la población con subsidios, con apoyo, con regalías, con falsos precios, con triunfalismos necios. Lo que necesitamos es saber la verdad con transparencia. Debemos saber cuánto cuesta producir los alimentos y cómo debemos intercambiarlos. Y porque es necesario cambiar nuestro modo de producción. En eso debemos poner nuestros mejores esfuerzos y usar el liderazgo político y social.
El autor es sociólogo e investigador social
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