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Arquímedes González

Los padres y la literatura

Siempre agradezco tres cosas a mis padres: haberme motivado a leer, no inculcarme una religión ni una profesión específica. Mi primera relación con las letras, comenzó con los periódicos. Desde cuando iba a la escuela primaria, veía en las mañanas a mis padres concentrados leyendo las páginas de los diarios y los fines de semana pasaban leyendo alguna novela o algún libro para sus estudios.

El gusto por leer se equipara al gusto por la comida. Uno debe probar al menos diez veces una nueva comida para cogerle el sabor. De lo contrario, jamás le terminará gustando. Yo conocí el mundo a través de los periódicos y libros. Luego tuve la suerte de viajar fuera de Nicaragua y vivir en varios países. Los libros son el universo a nuestro alcance. No hay mejor regalo para un hijo que animarlo a leer. Después leí cuentos. Cuentos de personajes que viajaban a países maravillosos y encontraban criaturas sorprendentes. Relatos de sucesos emocionantes. Historias de amor y amistad. Así apareció El Principito y quedé enamorado de los libros. El primer gran libro que leí fue Alicia en el país de las maravillas , de Lewis Carrol. Era una edición popular de la editorial mexicana Porrúa con imágenes en blanco y negro. Era la quinta edición del libro y había sido publicada en 1982 con prólogo de Sergio Pitol. Lo leí tres veces. Estos años he leído la historia unas veinte veces más y cuatro veces en voz alta. En cada ocasión, confieso que encuentro nuevos hermosos detalles.

Más tarde me interesé por los escritores nicaragüenses, tanto poetas, cuentistas como novelistas. Poco antes de salir de secundaria, había comenzado a leer a Ernest Hemingway y a Juan Rulfo. Nunca seguí una secuencia ordenada de escritores. Simplemente tomaba un libro y si me gustaba, seguía adelante aunque a decir verdad, ningún libro me ha decepcionado. Cada novela tiene una especial originalidad y a veces los que algunos llaman sus defectos, para mí la hacen más particular.

Con el pasar de los años conocí a mis padres literarios. Algunos de ellos me estaban esperando en la biblioteca de la Universidad Centroamericana, donde después de las clases de periodismo pasaba hasta muy tarde leyendo. Cada una de las novelas de William Faulkner, de Arthur Conan Doyle, de Alberto Moravia, de Julio Cortázar, de Truman Capote, de Jorge Luis Borges, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez las tengo atesoradas como la mejor inversión que he hecho en mi vida. Un automóvil puede durar unos diez años, supongo. El dinero, a veces dura un poco más allá de nuestra existencia, pero los libros trascienden generaciones. Los libros nunca mueren. Los libros nos dan conocimiento y el conocimiento tiene un valor que ningún dinero del mundo puede comprar y nada ni nadie te lo puede quitar.

Por eso cuando recuerdo a mis padres, les agradezco haberme dado la libertad de elegir tanto mis creencias, lo que quería hacer con mi vida y alentarme a leer. Todos los padres deberíamos hacer lo mismo con nuestros hijos. Comencemos en las noches leyéndoles un cuento. Aunque sea un cuento breve. Luego les regalamos un libro y más tarde, dejamos que ellos mismos busquen los libros que les gustan, dejándolos ir para que vuelen más allá de donde nosotros lo hicimos.

El autor es periodista y escritor.

 

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COMENTARIOS

  1. luis balladares
    Hace 13 años

    bravo!,bravo!,me senti reflejado en su articulo y al mismo tiempo identificado con lo que hice con mis hijos,hoy les envio es articulo porque como dices el tesoro de la lectura pasa de una generacion a otra con el ejemplo bravo!

  2. Leyla Martinez
    Hace 13 años

    Te felicito Arquimedes. Tienes razon, no hay como la lectura para culturizarte, aprender mas de lo que te ensenan en las Escuelas y familiarizarte con la gramatica y el lexico. Con razon escribes tan bien! siempre leo tus articulos en La Prensa, me gustan mucho. Sigue adelante y nuevamente te felicito. A mi tambien, desde nina, me gustaron y me gustan muchisimo los libros y siempre animo a mis hijos para que les lean cuentos a mis nietos.

  3. J.M. Fajardo C.
    Hace 13 años

    El conocimiento es una gran inversión, un tesoro inapreciable, invalorable; brinda sabiduría e inteligencia. El conocimiento no solo le sirve al que lo atesora, también a los que le rodean, a la sociedad en general. Tener conocimiento es tener poder, capacidad de transformar, capacidad de triunfar mas allá de lo que percibimos y tenemos como valores materiales. El conocimiento es un tesoro preciado muy particular.

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