Por Arnulfo Agüero
“Pintar es como reencarnar inconscientemente en los grandes pintores del pasado”, revela Frank Betancourt, quien agrega que el estado contemplativo del paisaje tropical y encendido de Bluefields, le ha cautivado tanto como el mismo paisaje marino de su natal Santiago de Cuba, al que encuentra semejanzas, de mar y gentes.
“Yo trato de pintar a Nicaragua y Bluefields con una paleta de colores vivos, caribeños, centroamericanos”, externa el acuarelista, que trata su paleta marina con un toque impresionista, alejándose del detallismo y la ilustración, dejando un trazo más suelto en su panorámica paisajista.
Recuerda que el pintor holandés, Vincent Van Gogh decía que “las sombras se trabajan con azules”, tomando este criterio, Betancourt usa mucho los azules y los violetas, que vienen a ser los colores cálidos claves de su paleta, la que goza de vivacidad tonal.
Estos temas también le recuerdan la arquitectura urbana de su tierra querida, Santiago de Cuba, la que ha pintado, siguiendo las escuelas cubanas de la acuarela y los conocimientos aprendidos de dibujo, color y perspectiva, durante dos años de estudios de arquitectura en la Universidad de Oriente.
Ha incursionado en el arte matérico, la hoja seca del banano o el coco, texturizadas con la espátula.
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