Por Mabel Calero
José Luis López (nombre ficticio) está atento a copiar la lección que la maestra dejó en la pizarra y de vez en cuando aprovecha para meter el lápiz de grafito entre su cabello, rápidamente se rasca y vuelve a copiar en su cuaderno, la picazón lo pone inquieto y mientras escribe, con otra mano aprovecha para rascarse nuevamente.
López recibe clase en un espacio muy reducido, en su sección hay aproximadamente 25 alumnos y debido a la falta de higiene de algunos niños la trasmisión de piojos es casi inevitable.
José Dolores Cano, delegado del Ministerio de Educación de Jinotepe, indicó que de los 26 colegios que hay en este municipio solo en dos hay quejas por propagación de piojos.
“Los directores están tomando medidas higiénicas para luego aplicar el insecticida que no sea tóxico para el niño, la aplicación se hace colectiva, porque de nada serviría hacerlas a alguno porque a los días volvería el mal, actualmente se han tratado alrededor de 180 niños en estas dos escuelas”, mantuvo Cano.
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