Por Edgard Rodríguez
Mientras Texas daba un salto al futuro, los Cardenales recuperaban la esencia que les ha permitido ser un equipo combativo y que tanta simpatía captó en el pasado.
Los Rangers han tenido un historial tan pobre que, antes del 2010 y su avance a la Serie Mundial, lo más alto que habían llegado era a las Series de División, en las que habían fallado tres veces.
Y no fueron simples caídas. De diez juegos durante esas series, perdieron nueve. Y fueron antes los Yanquis en 1996, 1998 y 1999. Era la época de Juan González, Iván Rodríguez y Aaron Sele, con Johnny Oates al mando.
Pero han reescrito la historia. El año pasado ganaron el banderín de la Liga Americana, y contra los Yanquis, antes de caer en el clásico de octubre ante los Gigantes. Ahora buscan la cima, pese a la terquedad de San Luis.
Así que Texas pasó de ser un club de ofensiva violenta, picheo flojo y defensa agrietada, a un equipo con personalidad, sin complejos y de objetivos claros. Siempre batean mucho, pero su picheo los mantiene en la pelea.
San Luis ha vuelto a ser el equipo agresivo, veloz en los senderos, defensa hermética y bullpen intransitable. Tiene a Albert Pujols, pero salvo Lance Berkman y Matt Holliday, lo rodean jugadores modestos, aunque de gran precisión en sus ejecuciones.
Este es el equipo que mejor ha reaccionado bajo presión este año. Aceleró en septiembre y no ha bajado el gas. Incluso, cuando fue a un quinto juego contra los Filis y con Roy Halladay enfrente, jugó casi perfecto y ganó.
Texas es favorito, pero tiene que emplearse a fondo para vencer a un equipo con algo de talento, deseo y carácter a prueba de balas.
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