En una razia, los moscos, Atacaron Las Segovias . Penetrando hasta la hacienda Del padre Remisol. Y dorado reflejaba su cabello, Cascadas de trenzas exuberantes. Su figura, análoga solo A Venus o Afrodita. Un naciente cuerpo de mujer Que habría de hacer eco En lo infinito, en lo perfecto, En el arte, la inspiración, En Natoire, en Bouguereau, Blancas colinas, muslos blancos ”
Secuestrada, la criatura Fue llevada ante Quasná. Este, al verla sintió el hielo Y luego un fuerte calor. Un halo caliente, invisible peso Lo abrazaba, gravitando, Hasta posar a sus pies. Un ardor que penetra Hasta posar a sus pies. Hasta la sensibilidad. Y en los rígidos estímulos Hasta la voz le apagó. Quasná en absoluto silencio. ¡Irresistible belleza! ¡Misterio y profundidad!
El monarca cerró los ojos Para ver con claridad La afinidad espiritual Que concebían sus sueños. Para encontrar lúcida, En la zona de penumbra, La razón de su interés. Para identificar ideas De congruencia social, En base a sus sentimientos De obligarse a Remisol En una forma moral. La presencia y modales De su cautiva amada Lo habían encantado Y, de forma misteriosa, Afectado el corazón.
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