Joaquín Absalón Pastora
Nos envuelven modalidades accesibles (ondas en bienvenida): Los festivales.
Cuando se cierran las puertas de los teatros, se abren las de los centros de cultura gratuitas y con más capacidad de presencia las plazas donde los diletantes no se estrellan contra el muro de las intransmisibles. Los festivales con la holgada bendición del aire libre, abren el corazón de sus escenarios, para todos.
Se instalaron en Europa por la iniciativa de celebrar las efemérides de sus íconos, y a veces soltando las puertas de sus casas natales como la de Beethoven en Bonn, para dar una referencia paradigmática que convierte a las flores olorosas y calladas, en instrumentos sonoros. Quién va a dudar de los festivales a Mozart en Salzburgo, para que sus cenizas sonrían. Y así con otras eminencias veneradas.
Los festivales están en Nicaragua, de poesía, de jazz, de música lírica, de instrumentación orquestal, de guitarra. Y aquí aterrizo. Nuestros músicos han inaugurado la undécima edición del Festival Internacional de guitarra a partir del 16 de Noviembre con duración de tres días en el Palacio de la Cultura con la cortesía de suprimir los boletos para darle imagen de función sin taquilla.
Cada vez que se celebra uno en el mundo debe prenderse un farol en los ojos que no tuvieron luz, de Joaquín Rodrigo. En lo referente a nuestros valores, escojo a uno: Justo Santos.
Un maestro de la música nacional fue el homenajeado: Humberto Goussen, con más de cincuenta años de tener a la guitarra como su novia de madera. No se han escapado las cuerdas de otros países para darle al evento su retrato hacia fuera, como México y Costa Rica.
El gesto reafirma la vocación resurgente de montar festivales gratuitos en Nicaragua de índole elevada y gratificante.
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