Arnulfo Agüero
Bailarina, actriz, directora, maestra de actuación, Alicia Pilarte Tijerino se ha venido proyectando con talento y fuerza en el teatro nicaragüense de las últimas décadas, dejando tras de sí sus huellas visibles en las tablas del Teatro Justo Rufino Garay, en los escenarios interuniversitarios de Managua y la Escuela Nacional de Teatro.
Aníbal Almanza, teatrista
[/doap_box][doap_box title=”” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]
Lucero Millán, teatrista
[/doap_box][doap_box title=”” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]
Salvador Espinoza, teatrista
[/doap_box]
“El teatro es mi pasión, actúo, dirijo, doy clase para que los muchachos se presenten, también es mi arrebato, enojos, frustración al no ser comprendida. El teatro es un trabajo, no me gustan las grandiosidades y no quiero ser la primera actriz de Nicaragua”.
Así se expresa esta artista que hoy en día es vista por calificados directores y actores de teatro como Lucero Millán, Salvador Espinoza y Aníbal Almanza, como una figura talentosa, disciplinada y en ascenso en el mapa de la historia del teatro nicaragüense.
“Yo bailaba en el colegio, siempre hacía fonomímicas, me invitaban a las veladas artísticas porque decían que ‘es la hija de la Alicia Tijerino Castillo’, que es mi mamá, ‘baila bonito, recita poemas, llévenla, invítenla’”. Su popularidad la llevó a bailar al antiguo Teatro González, de Granada.
En 1978 llega a formar parte de un grupo de folclor de la Universidad Centroamericana (UCA), pero dejó de asistir porque la situación nacional se tornaba peligrosa.
Se da el triunfo de la revolución, para entonces tenía 19 años. En esos días Lucero Millán, por medio de un canal de televisión, hace un llamado a los jóvenes, llegan unos 100 entre ellos Pilarte que es aceptada. Esto le marcaría tres años de su carrera, recibiendo clases con Millán y Enrique Polo.
A partir de entonces nace su relación con el Teatro Justo Rufino Garay. Pero esta inquieta joven no iba a quedar ahí, también quería bailar, así nació su amistad con Gloria Bacon, Verónica Arana y la colombiana Patricia López, con ellas también hizo una parte de su historia.
Luego consiguió una beca para estudiar en Checoslovaquia, cine y televisión en la rama de documental. Aprovechando su estadía se integró a un grupo de danza, aprendiendo las técnicas de la norteamericana Isadora Duncan, bailarina y coreógrafa.
A su retorno a nuestro país ingresa a la Escuela Nacional de Teatro, recibe clases con el profesor y actor Alfredo Valessi Moreira y llega a ser directora del taller de teatro de la Universidad de Ingeniería en 1997.
Con el papel estelar de la abuela en la obra Rigoberta mira al sur, que dirige Arístides Vargas, participa en más de diez festivales internacionales, la obra gustó mucho por su calidad interpretativa y escénica, su contenido habla de la pérdida de los ideales de la revolución. En las piezas de La revuelta , de Santiago Serrano, y El malentendido , de Albert Camus, también tiene papeles protagónicos..
Con la obra La edad de las ciruelas , donde actúan estudiantes de la Universidad Americana (UAM), gana el último teatro interuniversitario.
Con el grupo Esponte Sua, de la Escuela Nacional de Teatro, y con el grupo Drugo*s, monta varias obras teatrales que han sido merecedoras de reconocimientos.
Ver en la versión impresa las páginas: 5 B