Educación financiera
Por Juan Vega Gonzales (*)
Un error se convierte en un fracaso cuando se repite varias veces sin aprender de él.
Milton Friedman decía que si comete un error y se niega a admitirlo, le duele dos veces. La primera cuando comete el error y la segunda cuando se niega a aprender de él.
La diferencia entre error y fracaso está en que el último implica una derrota o destrucción completa.
El error en cambio significa que está intentando lograr algo, sin lograr los resultados esperados; pero viviendo también un proceso de aprendizaje y mejora.
Citaba un exitoso empresario que comercializa equipos de computación: “he cometido varios errores a lo largo de estos años; pero yo no veo mis errores como un fracaso, sino como la oportunidad de aprender, siempre he sido capaz de levantarme y seguir adelante”.
Los egos, la inexperiencia o falta de conocimiento, la inmadurez, los factores psicológicos profundos latentes desde hace muchos años atrás en nuestro subconsciente, o la evolución adversa del entorno nos pueden llevar a cometer errores. Debemos aprendamos a conocernos y reconocernos.
La falta de honestidad lleva a la larga al fracaso, ya sea empresarial, personal o familiar. Cuando no se hace lo correcto, se rompe la confianza que las otras personas tienen en nosotros y dejamos de cuidar lo que realmente vale la pena en nuestras vidas y empresas, las consecuencias de esto pueden ser fatales.
Las consecuencias de los errores y fracasos pueden ser monetarias y emocionales (va desde la pérdida de la autoestima, temor al cambio, empresas y hasta hogares destruidos). La diferencia está en que con los fracasos no somos capaces de levantarnos y salir adelante.
No hay fracaso, excepto en no intentarlo y volver a intentarlo. No hay derrota, excepto desde adentro, no hay barrera infranqueable, excepto salvar nuestra propia debilidad inherente de propósito.
Como gerentes o dueños de empresas, delegamos autoridad en nuestros colaboradores. La autoridad se puede delegar; la responsabilidad nunca se delega.
El fracaso de uno de nuestros funcionarios; así como el fracaso de nuestros hogares, es en principal medida consecuencia de nuestras acciones.
Para aprender de nuestros errores, debemos reflexionar sobre qué fue lo que nos llevó a actuar de la forma en que lo hicimos.
Cuáles fueron nuestros motivos para esas acciones, qué fue lo que aprendimos al final; si volviésemos a estar en la misma situación, qué haríamos distinto, y en especial, qué vamos a hacer para que no nos vuelva a pasar.
Como reza un proverbio turco: “No importa lo lejos que hayas ido en un camino equivocado, debes volver atrás.
Un hombre puede fallar muchas veces, pero él no es un fracaso hasta que no empieza a culpar a los demás.
Como dicen los Les Luthieres (grupo humorísticomusical de Argentina), “errar es humano; pero echarle la culpa al otro es más humano todavía”.
(*) Director de PROMIFIN, programa auspiciado por la Cooperación Suiza en América Central ejecutado por TrIodos Facet.
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