Zeus, el dios supremo del Olimpo, se casó en segundas nupcias con Temis, una divinidad primaria que representaba el orden y la justicia en la naturaleza y el universo.
Zeus se casó con Temis después que puso fin abruptamente a su matrimonio con Metis (otra diosa primaria que era patrona de la inteligencia y la astucia), después que Gea, la Tierra, le advirtiera que su esposa le daría dos hijos: primero una hembra y después un varón que si llegaba a crecer le quitaría el poder. Ante esa advertencia de Gea, Zeus decidió librarse de Metis y se la tragó como si fuese una gota de agua, tal como lo relaté en la columna de la semana anterior.
Del matrimonio de Zeus con Temis, que fue el segundo de los tres que el supremo dios olímpico habría de contraer, surgieron varias hijas.
Al comienzo nacieron las llamadas Horas de la primera generación, o sea divinidades de las etapas primarias de la cultura mitológica griega. Sus nombres eran Auxo, Carpo y Talo y eran las encargadas de vigilar el respeto al orden de la naturaleza y determinar la sucesión de las estaciones, por lo cual se les consideraba como ministras de Zeus y Temis.
Después nacieron las Horas de la segunda generación, o sea que correspondían a etapas posteriores de la antigua religión de Grecia. La función de las Horas de la segunda generación era regular la vida y las relaciones entre las personas. Una de ellas se llamaba Irene (que significaba paz), el nombre de la otra era Eunomía (o sea orden y por lo tanto ley y buenas costumbres) y la tercera era Diké, la cual significaba y representaba la justicia.
Según algunos estudiosos de la mitología griega, Zeus y Temis también habrían procreado a las Parcas, como se llamaban las diosas que tenían la función de determinar la duración de la vida de las personas. Estas diosas funestas eran Clotos, quien elaboraba el hilo de la vida de las personas; Láquesis, que tenía la función de medir el hilo de la vida de cada quien; y Átropos, que se encargaba de cortar el hilo de la vida y seleccionaba a los que debían morir, así como la forma de su muerte.
Para enseñar a los mortales a vivir de conformidad con los principios y normas de la justicia, Temis bajó a la tierra con el nombre de Astrea y se radicó entre los humanos por algún tiempo. Era la misma época cuando Cronos (el dios del tiempo eterno) también vivía en la tierra y enseñaba a los hombres la agricultura, los oficios y las artes. Fue la época que se conoció como Edad de Oro, porque en la tierra reinaban la paz, la justicia, la equidad, la abundancia y la felicidad.
Con el andar del tiempo la Edad de Oro fue sustituida por la Edad de Plata, cuando la gente aún vivía feliz pero un poco menos que en la Edad de Oro. Y después vino la Edad de Hierro, cuando los hombres se volvieron egoístas, malvados y codiciosos; los más fuertes despojaban, oprimían y ultrajaban a los más débiles; surgieron los personajes poderosos y los caudillos militares que crearon los cuerpos de represión y los ejércitos, y se dedicaron a hacer la guerra para conquistar tierras y dominar pueblos.
Entonces Temis, horrorizada por aquella barbarie y desilusionada por las debilidades e inconsecuencias de los hombres, huyó de la tierra y se fue a refugiar en lo más alto del cielo. Allí fue colocada por Zeus como la constelación que en el Zodiaco se conoce como Virgo, ya que en la forma de Adrastea ella resistió los requerimientos sexuales de Zeus y mantuvo su virginidad.
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