Por Inés Izquierdo Miller
HABLEMOS DEL IDIOMA
Un poco olvidada por algunos, está la disciplina científica que aborda los procedimientos expresivos del habla: la estilística.
En sus inicios la estilística tenía un carácter normativo y prescriptivo, este se mantuvo hasta el siglo XI, pero en nuestros días investiga todas las modalidades expresivas del lenguaje, aunque tiene dos ramas; una que investiga el habla corriente en su efectividad y expresividad y la que estudia el habla literaria, una especie de auxiliar de la crítica.
Es interesante escudriñar el origen de esta palabra que viene de estilo que no era más que el punzón agudo por un extremo y plano por el otro, usado por los antiguos para escribir y borrar en tablillas recubiertas de lino y enceradas.
Con el paso del tiempo la palabra se extendió para designar determinadas condiciones de lo escrito. Por ejemplo en la antigüedad clásica, el estilo era el conjunto de rasgos o caracteres que constituía una categoría permanente e inamovible en la expresión literaria.
En la Edad Media se considera estilo a un grupo de tipos de figuras retóricas, pero es en el siglo XVIII cuando pasó a significar lo característico de un habla particular.
Para nosotros, en la actualidad estilo significa entre otras acepciones: modo, manera; también uso, práctica. Claro que aparece como manera de escribir o hablar, no en cuanto a cualidades permanentes del lenguaje, sino a lo variable y característico del modo de formar, de enlazar frases y oraciones para expresar conceptos. Se incluye dentro del término estilo al conjunto de procedimientos con que un escritor se apropia de los recursos de la lengua .
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