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Un thriller psicológico

Entre las muchas confusiones generadas por La piel que habito (2011), de Pedro Almodóvar, la novela Mygale ( La tarántula de patas rosadas ) del francés Thierry Jonquet, está el enmarcarla como película de terror o de ciencia ficción.

Franklin Caldera

Entre las muchas confusiones generadas por La piel que habito (2011), de Pedro Almodóvar, la novela Mygale ( La tarántula de patas rosadas ) del francés Thierry Jonquet, está el enmarcarla como película de terror o de ciencia ficción.

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En esta historia de venganzas en la que nadie es inocente, acompañan a Antonio Banderas (en el rol del científico monomaniático, involucrado en una relación homosexual que, técnicamente, no es una relación homosexual), Elena Anaya, Marisa Paredes, Blanca Suárez y Jan Cornet.

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Por una parte, carece de los aspectos sobrenaturales y la intención de infundir miedo, propios del cine de terror. Por otra, los recursos científicos empleados por el siniestro doctor Legard, no son precisamente producto de la imaginación del autor de la trama (la transgénesis, aunque no se practica en seres humanos, no es una fantasía), lo que impide ubicarla dentro de la ciencia ficción, género al que pertenecen muchos filmes de científicos chiflados ( Metrópolis o La mosca de cabeza blanca ). La piel que habito es un filme de misterio inscrito en la línea del thriller psicológico. Su antecedente más directo es la surrealista Los ojos sin rostro (1965) de Georges Franju, en la que Pierre Brasseur se empeña en reconstruir el rostro desfigurado de su hija con trozos de piel de jovencitas secuestradas.

Almodóvar enriquece su estofado a la manchega, mezclando, entre otras especias, el nudo central de Vértigo (el hombre que reproduce en otro ser humano a la mujer perdida) con los excesos propios del peor cine fantástico estadounidense (pensemos en esa joya del mal cine titulada El cerebro que no quería morir , sobre un médico que mantiene viva la cabeza sin cuerpo de su novia).

Ejemplo de eso que los franceses llaman cinema de la crueldad, La piel que habito no expone la impiedad humana con el realismo descarnado de La masacre de Texas o Juegos sádicos del alemán Michael Haneke.

Por el contrario y gracias a su magistral dominio de los recursos estilísticos del cine, Almodóvar logra un distanciamiento intelectual frente al espectador, el cual, complacido, deja que el director lo lleve por una montaña rusa sin itinerario conocido.

Cultura

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COMENTARIOS

  1. Marina Moncada
    Hace 12 años

    ¡Otro cuadrangular de mi dilecto amigo, Franklin Caldera! Como de costumbre, sus desenlaces me dejan enlazada a sus artículos. Me quedo pues con el “distanciamento intelectual frente al espectador”.
    Felicitaciones a La Prensa y a Franklin.

    Marina Moncada

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