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Donde el poeta invita a Dios a compartir su lecho

—Acostate aquí, Dios. Acostate en mi cama.

—Acostate aquí, Dios. Acostate en mi cama. —No. Yo no puedo acostarme en esta cama, Josecito —¿Y por qué no, Dios? ¿Por qué no? —Pues porque en esa cama se acuesta Doña Julia. —Pero si en esa cama, Dios, cabes Tú también y Doña Julia, además. —No, Josecito, en un lecho para dos, caben solo exactamente dos: el esposo y la esposa. —¿Pero por qué solo dos? ¿Y la Trinidad, Dios? —Es que Trinidad son 3, tres, Josecito. —Estamos pues de acuerdo en eso, Dios, en que la Trinidad es, en que la Trinidad somos 3, tres: Tú, Doña Julia. Yo. —Puesto que así lo crees, Josecito… —Gracias entonces, Dios, acostate aquí, en esta cama, Dios, y durmamos pues así, eternamente, los tres entre los tres. Amén.

Antología
Poemas para doña Julia y otros poemas

José Cuadra Vega

Cultura

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