Carmen Naranjo
Solo las abadesas me acusaron
solo ellas no creían
yo me encomendaba
día y noche me encomendaba al viaje
a la rueda de la fortuna
al ruido del portazo
a la dulzura del te vaya bien
a la desnudez del amor
solo ellas
convento y rejas
rosario y corredores
eran las vigilantes
de quienes creen en amaneceres
nuevos amaneceres
con soles sonrientes
pintados por niños.
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