Las verdades se leen en la frente, y las mentiras en un palo de caimito.
Debajo de ellos, hay un mundo anaranjado con su Luna café. El Sol arde por encima con rayos verdes, y le cuelgan estrellas con senos morados repletos de leche.
Los pájaros que ahí viven son orgullosos de la belleza inexacta de su casa. De rama en rama, van poniendo serenatas.
¡Árbol tan engañoso! Con dedos de brillante sombra, nos llamaba a todos los chavalos para que cruzáramos sin permiso aquel cerco y bebiéramos su leche.
Nuestra boca, entonces, se volvía morada como sus senos. Ya no podíamos mentir, aunque nos tapáramos la frente.
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