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“Salvamos como a 600 personas”, cuenta colombiano que sobrevivió a naufragio en Italia

"Salvamos como a 500 a 600 personas", contó Edgard López Sánchez, camarero colombiano, quien sobrevivió el viernes en la noche al naufragio del "Costa Concordia" en la isla italiana de Giglio con 4.229 personas, "el más cruel que he vivido", reconoció en una charla con la AFP.

Por Por Kelly Velásquez

ROMA/AFP

“Salvamos como a 500 a 600 personas”, contó Edgard López Sánchez, camarero colombiano, quien sobrevivió el viernes en la noche al naufragio del “Costa Concordia” en la isla italiana de Giglio con 4.229 personas, “el más cruel que he vivido”, reconoció en una charla con la AFP.

López, entre los 10 colombianos de la tripulación que sobrevivieron, es un bogotano de 48 años, que trabaja desde hace 17 años con la compañía italiana Costa Crociera, propietaria del crucero de lujo.

“Salvamos como a 500 o 600 personas. Hice unos 10 viajes con la lancha, cada uno de media hora, hacía frío y soplaba viento. Nosotros hemos sido entrenados por la compañía para eso”, cuenta el mesero colombiano.

“Es mi segundo naufragio, después del que viví en el 2006 en Punta del Este (Uruguay) por un incendio. Pero este ha sido el más cruel”, sostiene.

“Los héroes fuimos nosotros: colombianos, hondureños, chinos, la tripulación, que está compuesta por gente de 20 nacionalidades”, asegura López, quien admite que “las órdenes de evacuación llegaron tarde”.

“El rescate, la policía, los bomberos también tardaron, al menos 45 minutos en llegar”, lamenta.

El camarero, que perdió todos sus haberes, dinero, computador, móvil, ropa, recuerda perfectamente cuándo ocurrió el accidente.

“A las 21H45 escuché un estruendo fuerte. No me asusté. Nosotros no sufrimos de pánico, somos guerreros. Tratábamos de calmar a la gente, pero sabíamos que era algo raro, muy extraño”, rememora.

“El capitán nunca habló. Fue el encargado de ceremonias el que nos ordenó tranquilizar a la gente. Nosotros solemos hablar en código y nos dijo “india, victor y azuzena”, que quiere decir “fuego y heridos”, porque con el primer golpe mucha gente se hirió, tenía cortadas por la caída de vidrios y platos”.

“El segundo golpe fue aún peor. El barco dio vuelta de casi 50 grados, se fue inclinando. La gente corría como pollitos soltados”, cuenta.

“No pude llegar a a mi cabina, porque el agua se venía. Comenzamos a llevar a los pasajeros a las escaleras de escape y a los puntos de reunión. Intentábamos calmarlos. La tripulación asiática, casi el 50%, habla medio inglés, así que comunicaba con señas”, recuerda.

Al colombiano, un veterano que habla cinco idiomas y ha viajado por todo el mundo, le tocó subir a una lancha de rescate del costado más peligroso, pero no pudo.

“La lancha se había dañado. Nos sacaron a todos. Intenté arrojarme al mar, era un salto como desde un onceavo piso, pero un compañero dominicano me lo impidió”, narró.

En su dramática experiencia le tocó llegar hasta uno de los bares y “deslizarse” hacia el mar del otro lado del barco, donde había otra lancha.

“Le di a mi Dios gracias y empecé a ayudar a la gente, realizando casi 10 viajes con la lancha. Me salió del corazón”, subraya.

El colombiano no logra olvidar los comentarios de una pasajera italiana que embarcó en Civitavecchia en el crucero.

“Como si fuera un presagio, me hablaba siempre del Titanic, que se hundió hace exactamente cien años, en abril de 1912”, evoca.

Internacionales barco Italia naufragio archivo

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