Amalia del Cid
Por un lado está el cardenal Miguel Obando y Bravo, toda una figura del orteguismo; por el otro, la Iglesia. Así ve el panorama Humberto Belli, miembro del Opus Dei.
Como exministro de Educación, Belli cuestiona la gratuidad de ese derecho. Y como hermano de la escritora Gioconda Belli confiesa que hay serias diferencias entre ambos.
Siendo tan distintos, ¿cómo se lleva usted con su hermana Gioconda Belli?
Ahora nos llevamos mucho mejor que antes. Hubo un tiempo que peleábamos continuamente cuando ella era sandinista recalcitrante y yo era opositor al Gobierno. Luego ella ha tenido un viraje hacia la democracia que nos ha acercado, sin embargo subsisten entre nosotros diferencias serias, pero estas no son obstáculos para que nos tengamos mucho cariño de hermanos. Yo la quiero mucho y tengo la esperanza de que ella cambie en ciertas de sus concepciones del mundo.
¿Qué vuelva al redil?
O que descubra el redil.
¿Alguna vez lo ha escandalizado con sus escritos? Ella es muy abierta.
Hay escritos de ella y actuaciones que yo desaprobé en el pasado y sigo desaprobando. Que son reñidas con mis principios católicos. Sin embargo, yo puedo detestar cierto tipo de posiciones, pero no detesto a la persona, menos cuando hay vínculos familiares que tienen peso.
¿Lee sus libros?
He leído algunos. Escribe muy bien, pero hay valores que ella promueve con los cuales no estoy de acuerdo. Tengo pendiente escribir un comentario sobre El país de las mujeres .
¿Negativo?
No es una crítica negativa. Creo que ella sigue teniendo un pensamiento utópico, en el libro está en juego la idea de que si las mujeres llegaran al poder podría haber una transformación formidable a favor de la justicia y la paz. Yo no creo que así sea, porque como hay mujeres buenas hay mujeres malas.
Vamos a la Iglesia. ¿Usted ve división?
Yo no diría división, sino que algunos sacerdotes minoritarios han demostrado abiertamente su simpatía por el gobierno sandinista y participan intensamente en sus actividades. En primer lugar el cardenal Miguel Obando y Bravo.
Usted fue amigo del cardenal.
Ah, sí. Y bien amigo. Fui uno de sus grandes admiradores e incluso pensé escribir un libro sobre su vida.
¿Por qué hubo distanciamiento?
Yo empecé a expresar algunos reparos acerca de su cercanía con (Arnoldo) Alemán y cierto involucramiento en política.
¿Qué hizo cambiar al cardenal Obando y Bravo?
Dirigió el Ministerio de Educación durante el gobierno de doña Violeta Barrios de Chamorro y parte de la Administración del doctor Arnoldo Alemán. Pertenece al Opus Dei, institución ortodoxa de la Iglesia católica.
Fue amigo cercano del cardenal Miguel Obando y Bravo, a quien ahora critica por su acercamiento al gobierno de Daniel Ortega.
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- (El Gobierno) se pudo haber legitimizado en las recientes elecciones presidenciales, si hubiera respetado plenamente el voto popular. Es probable que hubiera ganado limpiamente”.
- Humberto Belli Pereira, exministro de Educación y miembro del Opus Dei
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Es un misterio. Tengo dudas respecto a las razones de su proximidad con Ortega. Veo que puede tener algún subproducto positivo, pero lamento que un miembro de la Iglesia que debería distanciarse del poder y sobre todo de poderes que irrespetan la Constitución y hacen fraude, lo esté continuamente bendiciendo.
También está el caso del padre Neguib Eslaquit.
Yo encontré al padre Eslaquit en varias manifestaciones de oposición al pacto. Gritaba en contra de Alemán y de los sandinistas. De repente, de la noche a la mañana, tuvo un cambio sorprendente que nadie se lo explica y tampoco lo ha explicado él. Sucedió en dos o cuatro días.
¿Tipo Víctor Boitano?
Se boitanizó.
Con todo esto, ¿se ha afectado la imagen de la Iglesia?
A la Iglesia no creo que le haya afectado mayor cosa en cuanto la Conferencia Episcopal se ha mantenido en una línea muy coherente y muy recta.
¿Cuál es su opinión respecto a la utilización de términos cristianos en la propaganda del Gobierno?
Eso la inmensa mayoría de los nicaragüenses lo vemos como lo que es: pura publicidad, pura propaganda. Del dicho al hecho hay mucho trecho. Si un gobierno se proclama cristiano debería mantener una actitud cristiana, respeto a la verdad, no hacer trampa, no ser violento.
El Gobierno se jacta de la gratuidad de la educación, incluso dice que eso se negó en los 16 años de gobierno neoliberal a los que usted perteneció. ¿Qué dice de eso?
La mayor parte de la educación era gratuita, en algunos colegios se pedían cuotas a los padres de familia. En algunos casos fueron cuotas voluntarias; en otros se abusó del sistema y lo que debió de ser voluntario se convirtió en obligatorio y esto dio pie a la acusación de privatización de la educación.
¿Nada ha cambiado?
En muchos casos se corrigieron abusos que estaban ocurriendo. Por otro lado, dinero que muchos colegios recaudaban para mejorar el salario de los maestros y para dar mantenimiento a las aulas, quedó en suspenso. Se ha dado un deterioro serio en el mantenimiento y cuido de muchos locales escolares.
Está fresco el fraude que nos puso en la mira de países cooperantes, ¿qué ve venir usted para Nicaragua?
Estamos en una situación muy peligrosa, que podría tener resultados desastrosos en los niveles de crecimiento del país.
¿Ve la posibilidad de que este Gobierno se legitimice?
Se pudo haber legitimizado en las recientes elecciones presidenciales, si hubiera respetado plenamente el voto popular. Es probable que hubiera ganado limpiamente. Arruinaron esta posibilidad haciendo fraude para aumentar su participación en la Asamblea Nacional.
¿Son una buena oportunidad las elecciones municipales de este año?
Son una oportunidad de oro para demostrar si el Gobierno sigue avanzando hacia un esquema dictatorial que aplasta la voluntad popular, o si está dispuesto a respetar la democracia.
¿Así podría legitimizarse?
Yo creo que sí.
Tiene una visión muy optimista.
El optimismo no hay que perderlo nunca. Ante las dificultades, hay que buscar la salida posible. Parte del resultado de lo que estamos viviendo dependerá de cómo nosotros reaccionemos.
¿Hay una dictadura?
Está a la vista, es clarísima. Todavía es más “dictablanda” que dictadura, porque todavía no se ha llegado a la represión. Pero como toda dictadura produce tarde o temprano resistencia, toda resistencia produce tarde o temprano represión.
Ya se habla de posibles soluciones armadas.
Nicaragua tiene una larguísima tradición de que cuando se ven sofocadas las vías cívicas y comienza la frustración con los dictadores, la tentación por la violencia sube y se producen guerras. Sin embargo, tenemos el trauma de la guerra que vivimos en los años ochenta, no creo que queramos volver a pasar por eso. Hay alternativas menos traumáticas.
¿Como cuál?
La resistencia pacífica cívica, que puede ser muy efectiva en derrocar dictaduras. Requiere mucha disciplina y entrega, mucho civismo e incluso más valentía que la lucha armada.
¿Estamos listos para ese tipo de oposición?
Hay que construirla. Es algo que no se improvisa, se construye poco a poco. En gran parte va a depender de la juventud, de la actitud que tomen los estudiantes, en particular los universitarios, que no han demostrado hasta el momento mayor inquietud o dolor ante la situación nacional.
¿Tiene que ver el trauma de la guerra con la actitud pasiva de la ciudadanía?
Influye un poco. Pero la situación pasiva es una mezcla de cansancio con el pasado, escepticismo hacia los políticos, ausencia de alternativas que entusiasmen, desilusión por tanta corruptela que ha habido tanto en derecha como en izquierda. Y el hecho de que la situación del país es relativamente bonancible gracias a los precios internacionales, la ayuda venezolana y otros factores.
¿Puede haber una reacción cuando nos toquen el bolsillo?
La política es un poco parecida al beisbol. Pueden ocurrir cosas inesperadas muy rápidamente. La caída misma de Somoza. En 1977 no sospechábamos que le quedaban pocos años. Tampoco pensamos que el sandinismo iba a salir tan fácilmente del poder, pero de repente se derrumbó el socialismo mundial. Pueden pasar tantas cosas… Lo importante es no perder el optimismo y estar siempre empujando hacia adelante.
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