Lucydalia Baca Castellón
El drástico descenso en el consumo doméstico de carne, que en los últimos años se redujo casi a la mitad, es atribuido por los ganaderos al crecimiento de la industria avícola y a la “supuesta diferencia” de precios entre la carne de res y la de pollo. El sector descarta que sea provocado por el incremento de las exportaciones, como señalan algunos economistas.
Para Solón Guerrero, presidente de la Federación de Asociaciones Ganaderas de Nicaragua (Faganic), la “creencia comercial” de que la carne de pollo es más barata, aunque al descongelarse disminuya su rendimiento, influye en la elección del consumidor.
Por su parte René Blandón, presidente de la Comisión Nacional Ganadera (Conagan), asegura que el porcentaje histórico de entre 15 y 20 por ciento de reses destinado al consumo interno sigue invariable.
Guerrero y Blandón coinciden en que prueba de ello es que no hay escasez. El abastecimiento de los rastros municipales a mercados y comercio informal, y de las plantas industriales a supermercados es permanente.
En cuanto a la preocupación de que cada vez se matan reses más jóvenes, como indican las estadísticas, los representantes del sector lo justifican con que se han comenzado a obtener resultados de la implementación de nuevos parámetros de reproducción y suplementación.
Estos permiten a los novillos adquirir el peso adecuado para la matanza en menor tiempo, lo cual es un requerimiento del mercado, sobre todo de Estados Unidos, el cual no acepta reses mayores de 30 meses. Con el incremento de la edad sube también el riesgo de contagio de la vaca loca y disminuye la calidad de la carne.
FALTA DE CRÉDITO INCIDE
Lo que sí preocupa al sector es que ante la falta de crédito para incrementar el hato y estimulados por la “bonanza” de los precios, los ganaderos se deshagan de los vientres para reponer las vacas de descarte.
Sin embargo, reconocen que este es un peligro latente que no se puede eliminar a través de “controles oficiales”, sino implementando políticas de apoyo al sector que incluyan la oferta de créditos en los montos, plazos y tasas de interés adecuados, para que permitan mejorar la productividad.
44.1% de la carne producida se consumía en el país en el 2005. En el 2011 solo se consumió el 28.2 por ciento de la producción nacional.
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