Edgard Rodríguez
Casi de forma automática se piensa en David Green cuando se hace referencia a atletas de gran instrumental físico que no lograron niveles de desempeño similares a los que se les proyectaba.
Dotado de una estructura física espectacular (6’4 pies y 190 libras), Green fue objeto de comparaciones con Roberto Clemente y se le incluyó en un canje que involucró hasta jugadores que fueron al Salón de la Fama.
Pero a pesar de sus sensacionales herramientas, el resquebrajamiento de su núcleo familiar, agudizado por la muerte de sus papás, lo dejó al garete y no pudo salir a flote, pese a que ya emitía chispazos de grandeza.
Al final, David, que era un súper atleta e integral como pelotero, debió conformarse con cifras muy modestas y su carrera acabó cuando ni siquiera había iniciado de forma seria. Bateó .268 y metió 31 jonrones en 489 juegos.
Sin embargo, al menos yo, creo que la primera decepción de un nica en su ruta hacia las Grandes Ligas tiene que ser René “El Ñato” Paredes. Sus cifras en las Menores fueron sólidas y a nivel local fue un impacto.
Siempre pensé que se rehusó a ser big leaguer. Tras ser firmado Baltimore, se vino. Luego lo firmaron los Mellizos y tampoco se adaptó. Aquí ganó la triple corona en 1965 con 13-5 y 1.92, más 132 ponches, en la primera etapa de la Liga Profesional.
Pero además de Green y Paredes, hay que agregar a la lista a Rigo Mena, de quien se afirma era un espectáculo en el short; a Gonzalo López, el joven más talentoso de los últimos años; Brant Alyea, quien parecía seguro big leaguer, igual que Duncan Campbell, quien tampoco llegó.
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