Para mi nieta recién nacida
Paula Sofía Francisca de Asís
Llegan como siendo parte de la escena del Descendimiento de/
Van der Weyden,
con el dolor macerado, cetrino.
Los que vienen a ver mi cadáver,
compungidas plañideras de un teatro sin paga y sin aplausos.
Y las pláticas se arman con la picaresca que quise vivir
cuando fui insaciable con El Demonio, El Mundo y La Carne.
Y comparten conmigo los papeles estelares,
bocetos al carboncillo para la puesta en escena.
Los muertos, ahora lo sé, solo queremos la verdad:
esta, no se despojó de sus mentiras,
aquella es una máscara encarnada,
a esa, solo le gustaban los poemas de los famosos,
veía el paisaje siempre con la mirada de la Garbo,
se avergonzaba de que hace tres millones de años
nuestros ancestros bajaron de los árboles,
este fue tímido, medroso y cobarde,
vio en silencio la ejecución de su hermano y no tuvo demonios/
internos,cerró los ojos para ver sin ver, y los oídos para oír sin oír.
Mi niñez, la casa de la Calle Real.
Fui un príncipe que vivió donde la ternura crecía como un parque.
Pero mi muerte a nadie le va a servir, igual que mi vida.
Todo es efímero:
el poder y el dolor,el Imperio Romano, la sangre de la guerra,
tu Verdad, mi Verdad y la Verdad,
el amor de Romero y Julieta, las brujas de Macbeth,
el amor que me tuvieron mis padres,
mis 66 años de poemas apasionados.
Todo me lo estoy llevando en la memoria de los momentos del/
mundo que acabaen esta estrecha caja de madera.
A la fosa y a la nada.
Y lloro y ya no puedo llorar, y grito y ya no puedo gritar.
Y sigo con la última desesperación a mi mujer,
quise serte fiel y te amé desordenado,
a mis hijos, a mis nietos Andrés Alejandro Francisco de Asís,
Andrea Camila Francisca de Asís, Paula Sofía Francisca de Asís.
Pero es en vano.
Y yo siento que me estoy despegando de este mundo,
de lo que amo, de lo que amé en la vida que solo sirvió para amar.
Todo es en vano cuando el alma se arranca del cuerpo
y tanto amor queda derrotado.
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