De basura a bellezas

Génesis Hernández Núñez

Una pintoresca pulsera de metal adorna su muñeca. “Llegaron los muchachos de la empresa de energía eléctrica allá por mis casa y se les cayó esto que es con lo que amarran los postes de luz. Me gustó, lo recogí y como es un pedacito de acero inoxidable solo le pude enrollar las puntas y ya me quedó así”, explica Heidi Grenda, de 63 años, propietaria de Bisutería Reciklarte.

Ella no desperdicia nada. Todo lo que los demás pueden considerar basura, lo transforma en una obra de arte. “Hago bisutería con lata que no se ve que es lata y si no digo de qué está hecho, la gente no sabe, pero sí lo digo para qué sepan en qué se puede transformar la basura”.

Para confeccionar su bisutería Heidi no necesita cantidades industriales de materiales y comenta que “cuando se me acaban las latas voy donde los muchachos que limpian las mesas en el food court de Plaza Inter y les digo que necesito latas y me guardan las de todo el día, que son aproximadamente cien que me duran dos o tres meses”.

Y añade: “Si hay una actividad en Plaza Maya y hay botellas de plástico chiquitas, les digo a los que trabajan ahí que me las recojan y me las guarden y por ejemplo los discos, son discos que ya no utilizan y a veces la gente llega a Plaza Inter, que es donde yo vendo, y me los lleva y también he comprado los que son de películas que están falladas”.

DE DESEMPLEADA A EMPRESARIA

La aventura de Heidi empezó en 1989 cuando quedó desempleada. No podía estar sin hacer nada y primero probó suerte con la pintura, pero se dio cuenta de que no podía vivir de eso, después decidió ser actriz de teatro, pero tampoco tenía muchos ingresos. Y, finalmente, se dedicó a pintar botellas de vidrio siguiendo la idea de unos adornos que vio en una novela brasileña de la época. Las botellas empezaron a venderse.

Luego recibió un taller para aprender a hacer vitrales y trabajó en eso, sin embargo, en una feria, un participante español le comentó que en España con el vidrio hacían aretes y collares. Ella empezó a probar y pasó de hacer ventanas y trabajos grandes, a centrarse en la bisutería.

“Hace cinco o seis años empecé a sentir que con vidrio no era suficiente, entonces pensé en diversificarme y lo hice en cuanto a materiales: latas, plástico, discos y cada día voy agregando algo nuevo. Mi vida ha sido ir descubriendo lo que necesito en cada momento y como siempre he sido buena haciendo cosas con las manos, aquí estamos”.

MÁS PREPARADA

En este año esta pequeña empresaria ha recibido cursos con la Red de Mujeres Empresarias y ahora tiene más conocimientos acerca de cómo hacer planes de negocios y cómo utilizar el comercio electrónico. Ya tiene una página en Facebook y un blog donde muestra sus diseños. “Estoy fascinada, el alcance de mi página de Facebook es de más de mil personas, ahí aviso que vendo en Plaza Inter viernes, sábado y domingo, muestro los nuevos productos que hago y la gente lo ve y luego llega y compra, pero ahora mi meta es tener una tienda virtual”, cuenta.

LO MÁS DIFÍCIL

Lo más difícil para Heidi ha sido encontrar la forma de enviar sus productos fuera del país pues comenta que “a una amiga de Facebook que vive en Barcelona le encantó un collar que cuesta seis dólares y se lo mandé por correo, principalmente para ver cuánto tarda y si es seguro, pero el dilema está también en cómo podrían ellos enviarme el pago”.

Además, aunque tiene claro que necesita ampliar su mercado y crecer, considera que se encuentra en una especie de “círculo vicioso” porque, según ella, “vendo lo suficiente para vivir y tengo una colaboradora para vender, pero necesito una ayudante para hacer, pero también si alguien me ayuda en el taller y después produzco mucho, ¿dónde vendo? ¿cómo le pago al asistente?”

La empresaria comenta que el trabajo más pesado es el que realiza con discos porque debe recortarlos y hornearlos sobre un molde para obtener formas y colores con los que luego construye móviles, aretes y dijes de collares, sin embargo esta labor artística y ecológica no ha pasado inadvertida pues en el 2011 ganó el premio calidad en la rama de artesanía del Instituto Nicaragüense de la Pequeña y Mediana Empresa (Inpyme), a nivel del departamento de Managua.

Y es que el arte de Heidi, de darle utilidad y vida a lo que ya se cree inútil y muerto consiste, según sus propias palabras, “en que uno siempre anda pensando en algo y si se tiene la habilidad se puede hacer” y eso es lo que le permite crear tantos tipos de collares, aretes, anillos y pulseras con cosas que los demás tiran a la basura.

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