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Morgan

El sol lo atrapa, Morgan huye. Vuela sobre la arena, ondula en el oleaje, y dan ganas de aplaudir esa ráfaga roja. Pero Morgan se llama así por sus costumbres de pirata, y las víctimas no lo consideran tan admirable

Eduardo Galeano

El sol lo atrapa, Morgan huye. Vuela sobre la arena, ondula en el oleaje, y dan ganas de aplaudir esa ráfaga roja. Pero Morgan se llama así por sus costumbres de pirata, y las víctimas no lo consideran tan admirable. Brincón y ladrón, a Morgan lo persigue el sol y también lo persigue el propietario de una pelota de tenis o sándwich o zapatilla o prenda íntima que él ha usurpado para hundirse en el agua con el botín entre los dientes.

Nunca supo ajuiciarse. Hasta ahora, que se sepa, nunca nadie lo ha visto quieto, ni ha mostrado nunca el menor indicio de cansancio o arrepentimiento.

Morgan ya llevaba cuatro años haciendo perrerías en el mundo, cuando Manuel Monteverde, que tenía la misma edad, se sentó en una roca y reflexionó sobre el asunto:–Sí– dijo. —Morgan se porta mal. Pero hace reír.

Cultura Eduardo Galeano Morgan archivo

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