Por medio del correo electrónico nos han hecho llegar una cita atribuida a Marco Tulio Cicerón, el gran estadista y orador político, jurídico y ético de la antigua Roma, cuya vigencia en los tiempos actuales, 2067 años después de haber sido dicha, es impresionante.
La cita dice lo siguiente: “El presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada, y la ayuda a otros países debe eliminarse para que Roma no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado”.
Estas palabras de Cicerón, quien con su lengua elocuente fustigaba a los gobernantes abusadores de la época en la cual vivió, fueron publicadas el 14 de enero de 2010 por el periódico electrónico español Diario Crítico y constituyen una brillante y oportuna recomendación de lo que es necesario hacer en los actuales tiempos de crisis global, para evitar la bancarrota de las naciones.
Pero además, la cita de Cicerón demuestra que los políticos irresponsables y la mala administración de la cosa pública han existido siempre, o sea que desde los tiempos de la antigua Roma hasta nuestros días ha habido gobiernos clientelistas y corruptos que despilfarran el Tesoro Público, que gastan mucho más de lo que produce el país y endeudan al Estado a extremos impagables. Y no les basta con eso, pues como supuesta “solución” a los desastres presupuestarios que ellos mismos han causado, proponen seguir gastando más de lo que se produce y contrayendo nuevos endeudamientos públicos.
Sin embargo, en España, que sufre una profunda crisis económica creada por el gobierno socialista y heredada al actual gobierno de centro derecha, los ciudadanos tienen el derecho y la libertad de cambiar al gobierno mediante elecciones libres y limpias. Gracias al sistema político democrático, los españoles pueden castigar con el voto las malas actuaciones gubernamentales y las arrogancias de los políticos, y buscar alternativas mediante mecanismos institucionales, cívicos y civilizados. Y lo mismo se debe decir de los demás países capitalistas democráticos que también se encuentran en crisis por la irresponsabilidad de los gobernantes de gastar más de lo que se produce.
En Nicaragua en cambio ya no existe, por ahora, esa posibilidad. El régimen orteguista no permite elecciones justas y transparentes, ha liquidado el derecho de cambiar gobierno por la vía electoral y practica toda clase de trampas legales, abusos administrativos, compra de lealtades políticas y otros medios corruptos, con la pretensión de quedarse para siempre en el poder. Pretensión, decimos, porque en algún momento el pueblo tendrá que retomar el camino de la democracia que emprendió en febrero de 1990, del que se ha desviado temporalmente por culpa de políticos inescrupulosos; como los que fustigaba Cicerón, por lo cual el dictador Marco Antonio lo mandó a asesinar y exhibió su cabeza como trofeo en el Foro romano. Y allí, Fulvia Flacca, la esposa del dictador, atravesó con un alfiler para el cabello la lengua del eximio Cicerón a quien solo con la muerte pudieron silenciar.
Ver en la versión impresa las páginas: 10 A