El único monumento existente a mi padre Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, Héroe y Mártir de las Libertades Públicas, ubicado frente al sitio donde fue asesinado y su autómovil Saab detuvo su marcha abruptamente, al chocar frente a un poste de luz, está a punto de cambiar su nombre por “plaza del Alba”.
¿A que ni usted mismo, estimado lector, sabe cuántos países integran el “Alba”?… Dígame sinceramente, ¿cuántos son?. Pero si no acierta, no se preocupe yo tampoco pude, tuve que ir al lugar frente a la Avenida Bolívar, donde asesinaron a mi padre, para contar allí nueve inmensas columnas, que al mejor estilo romano, han sido erectas frente a la pequeña y modesta plaza o anfiteatro que lleva el nombre de mi padre, ubicado frente a la Asamblea Nacional.
Ya asesorado por el infaltable asesor internético, nuestro buen amigo “Google”, aprendí que son ocho: Antigua y Barbuda (pequeñas islas caribeñas), Bolivia, Cuba, Dominica (pequeña isla caribeña), Ecuador, Nicaragua, San Vicente y Granadina (pequeñas islas caribeñas) y por supuesto, Venezuela. Vietnam está como observador.
No cuestiono tanto el derecho que tiene el llamado “pueblo presidente” de seguir derrochando fondos, haciendo plazas o calles para congraciarse con su mentor y su invento, el socialismo del siglo XXI y la gran “Alianza Bolivariana Para los Pueblos de Nuestra América” o Alba. Pero no tenían que cambiar el nombre de un lugar sagrado, podrían haber hecho la plaza en cualquier otro sitio, si es que esta obra edilicia era tan importante y prioritaria.
Este Gobierno, que tanto se ufana de respetar la memoria de los héroes y mártires, debería de ser consecuente con su dicho y respetar la memoria de un hombre que luchó y dio su vida por las libertades ciudadanas en tiempos de la dictadura somocista y no solo respetarla, sino honrarla. Pero en lugar de eso, pretende ahora borrar lo poco que queda en ese lugar que lleva su nombre.
El Alba es un producto político perecedero. Si ahora no sabemos quiénes integran el Alba, quizás algunos alumnos aplicados del “pueblo presidente” pudieron acertar los nombres de cuatro columnas, pero no las nueve, aun después de este artículo, porque al final ni siquiera lo recordarán: menos cuando hayan transcurrido 20 o 50 años.
Pero la memoria de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal y su gesta patriótica en defensa de las libertades ciudadanas, es imperecedera en la historia de este país y es posible que a medida que transcurran los años, más sea recordada y estudiada por las generaciones venideras que lo que es hoy en día.
Pero aparte de todo esto, que es el debate de lo que es lo moral o lo inmoral, está la pregunta, de lo que es legal o ilegal.
Para que un parque sea restaurado o cambie de nombre en nuestra capital, se necesita una resolución del Concejo Municipal de Managua, órgano colegiado que hoy en día en su mayoría recibe “directrices u orientaciones superiores”, pero que en todo caso debió haber sesionado formalmente y que también por mayoría debió haber adoptado la resolución de cambiar el nombre del parque de Pedro Joaquín Chamorro a parque del Alba.
Si esto no ha ocurrido, todo lo actuado es totalmente ilegal, menos si la Alcaldía de Managua ni siquiera aprobó un presupuesto para ejecutar las obras que son de gran envergadura. Y si en un caso se trata de una donación del único país del Alba que hace donaciones, el parque debió haber sido construido en otro lugar.
No por el hecho de que aquel pequeño y modesto monumento (anfiteatro) que en 1979 la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional y la Dirección Nacional del FSLN inauguraron en su memoria, había sido abandonado, el pueblo ha olvidado la gesta de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, quien dio su vida para que Nicaragua volviera a ser República y su muerte, ciertamente, fue el detonante de la revolución que dio al traste con la dictadura dinástica de los Somoza.
Al Alba lo que es del Alba y a PJChC lo que es de PJChC.
El autor es diputado por la Bancada Democrática Nicaragüense.
Ver en la versión impresa las páginas: 10 A