Con la fidelidad y objetividad de una filmadora, en un artículo publicado el 30 de mayo en un diario local bajo el título “El mártir y héroe Pedro Joaquín Chamorro”, el general Humberto Ortega no solo reconoce su gesta y le otorga el reconocimiento de héroe, sino que afirma que a raíz de su asesinato el 10 de enero de 1978, los terceristas inician una ofensiva insurreccional “para no dejar caer la agitación que Pedro Joaquín desde su martirio provoca”.
Ortega afirma que su hermano, Camilo Ortega Saavedra entrega su vida en este proceso insurreccional que se inicia en Monimbó al cumplirse un mes del asesinato de Pedro Joaquín Chamorro, con una sublevación espontánea de indígenas que explotan las primeras bombas de contacto. El 26 de febrero Camilo Ortega muere en Los Sabogales cuando se coloca al frente de esas luchas.
El general Ortega, quien siempre fue considerado como el estratega de la insurrección sandinista que dio al traste con la dictadura dinástica de los Somozas, no escribe este artículo en que reconoce sin ambages el papel fundamental que jugó el martirologio y la heroicidad de mi padre, de casualidad.
- El Gobierno y la Alcaldía o quienes quiera que sean los inventores de cambiar el nombre histórico del lugar donde fue asesinado Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, están a tiempo de enmendar su error, porque aún el nuevo parque no se ha inaugurado, de allí que el sutil llamado del general Ortega a sus hermanos sandinistas es muy oportuno.
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Lo hace en los momentos que una pequeña plaza o anfiteatro que en 1980 fue erigida en su memoria por la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (de la que mi madre formó parte), que es lo poco que existe en todo Managua de referencia a su figura y su gesta patriótica, se le quiere cambiar el nombre por “Plaza del Alba”.
Ojalá que sus compañeros sandinistas que un día lo respetaron por su trayectoria y su capacidad analítica y lo consideraron el gran estratega de la revolución, lo hayan leído y tengan la objetividad y fidelidad histórica que ha demostrado el General, que por lo demás, siempre les ha dado desde su retiro, sabios consejos.
Me contó el general Ortega en una ocasión, que él y su hermano Camilo conocieron a mi padre aquel fatídico 22 de enero de 1967, cuando la Guardia Nacional abrió fuego y masacró a una gigantesca manifestación que exigía elecciones libres. Algunos manifestantes entre ellos mi padre y el joven Camilo, se refugiaron de la lluvia de balas en el Gran Hotel, donde resistieron el ataque de la guardia, al mando del entonces capitán Iván Alegret, quien abrió fuego contra el hotel y todos sus huéspedes, incluso con una tanqueta, hasta que los manifestantes se rindieron.
Unos más temprano y otro más tarde fueron a parar a la cárcel y fue allí donde el general Ortega conoció más de cerca a Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, compartiendo una celda en El Hormiguero. Recuerda el general que mi padre solía compartir con él y otros prisioneros una canasta de comida que diariamente le llevaba mi madre.
Pero esas no son todas las casualidades del destino entre la vida del general Ortega y mi padre, sino que el día de su asesinato, el 10 de enero, es el cumpleaños de Ortega y es por eso quizás, que el general Ortega recuerda y describe los acontecimientos que se sucedieron después de su vil asesinato, con objetividad, admiración y reconocimiento hacia la figura de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal a quien le reconoce su martirio y su heroísmo que otros le han negado quizás por motivos ideológicos.
El Gobierno y la Alcaldía o quienes quiera que sean los inventores de cambiar el nombre histórico del lugar donde fue asesinado Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, están a tiempo de enmendar su error, porque aún el nuevo parque no se ha inaugurado, de allí que el sutil llamado del general Ortega a sus hermanos sandinistas es muy oportuno.
El autor es diputado por la Bancada Democrática Nicaragüense.
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