Todas las personas tenemos en el intestino grueso, a nivel del ciego, una extensión llamada apéndice, la que en ocasiones puede inflamarse poniendo en peligro la vida. Se trata de la apendicitis aguda, de la cual nadie debe morirse si se diagnostica a tiempo.
Cualquier persona puede padecer apendicitis aguda, pero suele tratarse de padecimiento agudo, emergencia que afecta con frecuencia a varones entre 15 y 19 años. De un 7 a 12 por ciento de personas pueden llegar a padecerla.
No hay acuerdo de qué produce este trastorno, pero se cree que porciones de heces fecales o “fecalitos”, cálculos, tumores o parásitos producen obstrucción que lleva a inflamación.
Esta inflamación pasa por varias etapas: inflamación simple, gangrena y perforación que conduce a grave peritonitis. Mucho ojo, después de 12 horas de haber comenzado el dolor el riesgo de perforación es máximo.
Lo primero que aparece es molestia como “indigestión” en la zona del epigastrio o “boca del estómago”. Cuatro horas después ya hay franco dolor que se traslada a la parte baja derecha del abdomen, que es la fosa iliaca derecha. La mayor parte de afectados se les quita el apetito, tienen asco o náuseas, vómitos y fiebre.
Las embarazadas, ancianos y niños pequeños pueden presentar cuadros clínicos confusos y difíciles de diagnosticar.
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