Fabio Gadea
Querida Nicaragua: Dicen que “al entendido por señas y al rústico ni con palabras”. Es un decir popular cuando una persona no entiende o no quiere entender lo que se le dice. En este asunto de los waivers, o dispensas, el danielismo parece no tener interés alguno.
Estas dispensas son necesarias para que los organismos internacionales otorguen préstamos a nuestro país y, naturalmente, tienen algunas condiciones como la gobernabilidad, el Estado de Derecho, la institucionalización del país, o sea que se pide como requisito para obtener el waiver que el país recipiente del mismo se enrumbe por el camino democrático, que haya independencia en los poderes del Estado, seguridad jurídica, que se corrijan los males como el abuso de funcionarios corruptos.
Además hay otro waiver, el de la propiedad, condicionado a la devolución de propiedades confiscadas a ciudadanos norteamericanos en los años ochenta.
El gobierno de Nicaragua ha cumplido a medias con este rubro, hay muchos casos pendientes, de modo que este waiver está también en peligro.
Y ¿qué pasa si a Nicaragua no le conceden los waivers? Que se le cierran las puertas del crédito de los organismos internacionales, el BM, el FMI; el BID, etc.
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Nicaragua quedaría dependiendo de la dudosa ayuda venezolana. Tendría que paralizar proyectos de infraestructura, caminos, educación, desarrollo social, bajaría la producción sin recursos para desarrollar proyectos.
El pueblo pobre sufriría enormemente como en los años ochenta, cuando había que hacer cola para conseguir un galón de gasolina o media libra de arroz.
Al danielismo parece no importarle esto, pues no mueve un dedo para procurar la aprobación de los waivers. Los danielistas están bañados en dinero, como en los años ochenta, y no les importa que el pueblo sufra. Le echarán la culpa al imperialismo. Parecen añorar los años ochenta. No les importa la miseria y el sufrimiento del pueblo.
La empresa privada, consciente de la situación, ha hecho todo lo posible por conseguir los waivers, y le ha pedido a Ortega que corrija el rumbo, que cambie los funcionarios corruptos, que garantice un proceso de elecciones limpias y transparentes en noviembre próximo.
Pero don Daniel no oye. Antes por el contrario, el Consejo Supremo Electoral inventa la figura de un coordinador en los Consejos Electorales Departamentales y Regionales, con lo cual deja en indefensión al Partido Liberal Independiente (PLI), la única y verdadera fuerza opositora. Parece que con actitudes como esta el Gobierno le está diciendo a los Estados Unidos que los waivers les importan un bledo, que no están dispuestos a cambiar nada. Eso parece.
El Gobierno no quiere entender la importancia de los waivers. No quiere entender. Y por eso aplicamos el dicho popular: “Al entendido por señas y al rústico ni con palabras”. Es decir, el que no quiere oír no oye y el que no quiere ver no ve. Triste es el panorama que tenemos enfrente sin las dispensas o los waivers, pero eso es lo que, aparentemente, el Gobierno quiere. Nos quiere llevar al retroceso, a los años ochenta, a la amenaza general con la Unidad de Análisis Financiero (UAF), otra espada de Damocles sobre la cabeza del ciudadano.
Vamos a ver hasta cuándo nuestro pueblo aguanta tanto yugo.
El autor es director general de Radio Corporación.
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