El viernes 22 de junio corriente, a las 4:00 de la tarde, mientras en la Cámara de Senadores de Paraguay se desarrollaba el juicio político para destituir a Fernando Lugo del cargo de presidente de la República, en el Palacio de Gobierno de Asunción, el canciller de Venezuela, Nicolás Maduro, acompañado por el embajador del Ecuador, Julio Prado, sostenía una insólita reunión con los comandantes del Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada paraguayas.
Los jefes militares fueron convocados por el general Ángel Vallovera, jefe del gabinete militar de Fernando Lugo, y su secretario privado, Miguel Rojas. La reunión duró cuarenta minutos y en ella el canciller venezolano exhortó a los comandantes de las Fuerzas Armadas a que se sublevaran contra el Congreso y mantuvieran a Lugo en el poder. Es decir, que dieran un golpe militar de Estado.
Los generales paraguayos rechazaron la instigación golpista del canciller de Hugo Chávez y después que el nuevo presidente constitucional del Paraguay, Federico Franco, tomó posesión de su cargo, el comandante de la Fuerza Aérea, general Miguel Christ, le informó sobre aquella histórica reunión. Casi inmediatamente después, el presidente Franco reorganizó el alto mando de las Fuerzas Armadas paraguayas, las cuales, al rechazar la propuesta golpista del régimen venezolano, han dado un gran ejemplo de dignidad profesional, lealtad a la Constitución y amor a su patria.
Sin embargo Hugo Chávez y sus aliados han calificado como golpista al nuevo gobierno del Paraguay y lo han excluido de los organismos internacionales que ellos hegemonizan. El cinismo de los gobernantes populistas de la región no tiene límite. El coronel Hugo Chávez es un golpista convicto y confeso que perpetró un golpe de Estado militar, el 4 de febrero de 1992, causando la muerte a cincuenta personas y dejando más de cien heridos. Aquel golpe militar de Estado fracasó, Chávez fue condenado a prisión, pero dos años después salió de la cárcel gracias a un extraño indulto presidencial. Entonces el golpista Chávez cambió de táctica, tomó el poder por la vía electoral, en 1999, e implementó desde arriba el mismo golpe de Estado contra las instituciones democráticas venezolanas que siete años atrás no pudo ejecutar mediante la fuerza militar.
También el presidente inconstitucional de Nicaragua, Daniel Ortega, ha acusado de golpista al nuevo gobierno democrático y constitucional del Paraguay, no obstante que él, Ortega, ha asestado un golpe de Estado desde arriba para poner bajo su control todos los poderes del Estado y modificar la Constitución mediante una resolución judicial espuria, a fin de imponer su reelección presidencial y perpetuarse en el poder.
El nuevo presidente paraguayo, Federico Franco, asumió el cargo por mandato de la Constitución, después que el Congreso destituyó a Fernando Lugo de acuerdo con el procedimiento constitucional. Sin embargo, siendo un presidente legítimo Franco es acusado de golpista por quienes de verdad han dado golpes de Estado contra la institucionalidad democrática en sus países. Pocas veces se había visto tanta hipocresía golpista.
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