Wilder Pérez R.
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Los problemas y éxitos de las comunidades excluidas pasan inadvertidos en América Latina, sin embargo, estos pueden llegar a impactar no solo en un país sino a nivel regional, tal como lo demostró un encuentro reciente para abordar el tema de la pobreza.
Las palabras de la participante Conny Toornstra, directora en Sudamérica de la Organización Intereclesiástica para la Cooperación al Desarrollo (ICCO), resumen lo que realmente ocurre en las comunidades latinoamericanas.
“Una conclusión que me llevo de este encuentro (realizado en Quito, Ecuador) es que los territorios no solo son locales, también son globales”, dijo.
Esto se debe, según Toornstra, a que las comunidades no dependen de sí mismas para funcionar y para desarrollarse. “Si queremos desarrollar territorios, tenemos que tomar en cuenta a actores que no ves como inversores extranjeros el sector privado… el Estado, aunque no lo ves, es fundamental”, añadió.
Julio Berdegué, director de investigaciones de Rimisp, que organizó el encuentro, comentó que uno de los retos de las organizaciones que trabajan con la pobreza es pasar del nivel local para convertirse en un “programa nacional”, para que el aporte de las zonas rurales deje de ser invisible.
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