MÉXICO/AFP/Bloomberg News
La izquierda de México juega sus últimas cartas en el Tribunal Electoral ante el que pidió el jueves a medianoche la anulación de las elecciones presidenciales y cuyo candidato Andrés Manuel López Obrador, obtuvo 3.3 millones de votos menos que Enrique Peña Nieto, según el cómputo oficial que le atribuyó el 38.2 por ciento de los sufragios.
“Ha habido mucha imprudencia pero no quiero polemizar sobre ese tema. Vamos a esperar a que actúe (Tribunal Electoral). Apenas comienza este proceso, que tiene como plazo el 6 de septiembre”, dijo López Obrador en una entrevista ayer a una radio de Tabasco, su estado natal.
En un corto plazo “el tribunal deberá, por ejemplo, cuantificar la compra y coacción de voto y luego si pudo influir en el resultado”, apuntó Ciro Murayama, veedor del proceso electoral e investigador de la Universidad Autónoma Nacional de México.
Murayama señaló que en el caso de las alegaciones de que el Partido Revolucionario Independiente (PRI) superó ampliamente el tope de gastos de campaña, de unos 30 millones de dólares, la investigación no podrá llevarse a cabo, pues la ley establece que los partidos tienen hasta octubre para entregar sus cuentas.
La izquierda ha acusado al PRI de comprar los votos con tarjetas para pagar en supermercados de la cadena Soriana, algo de lo que ha dado fe Rogelio García, un chofer mexicano desempleado que se fue de compras la semana pasada a un local de esa cadena con tarjetas de 2,300 pesos (170 dólares) que, según dijo, le había dado la campaña de Peña Nieto. Agregó que también recibió ayuda de seguidores de Andrés Manuel López Obrador, que quedó en segundo puesto.
Para Andrew Selee, del Centro Internacional para Académicos Woodrow Wilson, “los políticos aprovechan las necesidades de la gente de una forma que reduce la calidad de su voto”.
Ver en la versión impresa las páginas: 8 A