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Contrasentido
Que el PLI diga que participará en estas elecciones para documentar el fraude es parecido a que una mujer violada diga que se volverá a acostar con su violador para recoger las pruebas que lo inculpan. Ni se le va a creer cuando diga que la volvieron a violar, ni se le creerán las acusaciones de violación anteriores, que a lo mejor fueron ciertas, pero quedarán marcadas por la duda después de verla complacida marchar a que “le cometan el delito”. Al contrario, el violador, posiblemente limpie su nombre, y el juez, que en el caso de las elecciones sería la opinión pública y la observación internacional, terminará archivando el caso como otro más de esos amores enfermizos que se tienen con maltratadores.
Surrealismo
Las elecciones que se avecinan serán las más surrealistas de los últimos veinte años. Ni siquiera tiene sentido llamarles “elecciones”. Veamos. Uno de los partidos en contienda es el que cuenta los votos. Ni los cuenta, más bien dice a su conveniencia cuántos votos se merece cada partido. Tanto así, que los resultados bien podrían anunciarse antes de que comiencen las votaciones y así los ciudadanos sabríamos con anticipación cómo votaremos esta vez. Pero hay más. Tiene una corte de partidos “opositores” a su servicio. Los hay “zancudos”, que son esos que simulan pelear por el poder, y los hay aliados, que participan para hacer el bulto y agarrar cargos electorales que luego entregarán al partido que sirven. Tan surrealistas son que el partido oficialista quiere hasta poner a sus miembros como candidatos de los partidos “opositores”. O sea, un partido decide quién participa, cómo participa y cuántos votos tendrá cada quien. ¿No creen que es demasiado extraño?
Zancudos
Se le llama “partidos zancudos” a aquellos cuya vida y muerte depende de un partido hegemónico que los cría, engorda y mantiene con el único propósito de mostrar a un gobierno autócrata como si fuese una democracia. Es la simulación de pluralidad. Se les llama zancudos a estos partidos porque ni siquiera pueden optar al poder como cualquier partido político que se precie de serio. Intentarlo sería su muerte. Viven de chupar el presupuesto público a través de los cargos que le asigne el partido hegemónico: algunas diputaciones, algunas alcaldías, alguna magistratura y ahí van, sobreviviendo, porque la calle está dura. Zancudiando, pues.
Chequeo
Es necesaria esta definición porque vivimos actualmente una plaga de “partidos zancudos” y conviene conocerlos bien para identificarlos, igual que se hace en las cartillas del Minsa con el Anopheles (transmisor de la malaria) o el Aedes aegypti (dengue) porque acostumbran mimetizarse con nombres de otras especies como “partidos democráticos” o “de oposición”. Así que ante cualquier partido que se le presente haga el chequeo de rigor: ¿Le deben la vida a un partido hegemónico? ¿Siguen las reglas de ese partido hegemónico o las enfrenta? ¿Disfrutan algunos de sus miembros de cargos públicos? Y la más importante, ¿juegan para ganar o para perder?
Autopropaganda
¿Qué sentido tiene que hayan comenzado a aparecer afiches con el rostro de doña Rosario Murillo? Ya es raro que Daniel Ortega sin ser candidato de nada esté por todos lados, pero medio se entiende porque se mantiene, aunque sea ilegalmente, la presidencia. Más raro es aun cuando empezó a aparecer ella también en los afiches y rótulos de carretera a la par de su marido. ¿A cuenta de qué? ¿Por primera dama o por secretaria de Comunicación? A eso nunca se le ha hecho propaganda. Pero ahora resulta mucho más raro que Murillo salga sola en los afiches, sin que se sepa para qué, pero sabiendo algo importante: ella misma es quien da a elaborar esos afiches. Nada sucede por casualidad en el Frente Sandinista, mucho menos tratándose de doña Rosario Murillo.
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