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Leónidas Arévalo Sándigo

Cerca del Potomac

El 14 de abril de 1983, durante la primavera, y a sus 88 años, Salvadora Debayle Sacasa de Somoza García, residente del 6936 Green Tree Rood, Bethesda, Maryland, fijó el destino de su fortuna y designó a sus herederos. Ese día, ante el notario público, manifestó: “Estando en completo uso de mis facultades mentales, encontrándome libre de dureza, amenazas o influencia indebida de persona alguna, hago público y declaro esta mi última voluntad y testamento…”.

El país vivía en 1983 horas cruciales. El Gobierno estaba en manos de unos individuos delirantes y torpes, pero también brutales. La vida y la propiedad era entonces un despreciable desaliño humano, que la guerrilla en el poder, como política de Estado, podía tomar abrupta y despiadadamente.

En aquel ambiente frenético de guerra matizado por la soñada invasión de Estados Unidos y la guerrilla (Contra) abatiendo milicianos en la montaña, doña Salvadora no alcanzó a conocer si las propiedades confiscadas a su familia, al término de la dinastía, fueron restituidas, ni se enteró del derrumbe estrepitoso de Daniel Ortega en las elecciones de 1990.

En julio de 1979 su hijo Anastasio Somoza Debayle fue expulsado violentamente del poder por la revolución. Pero ella años atrás había fijado su residencia en Maryland, en casa de su yerno Guillermo Sevilla Sacasa, que se desempeñaba como embajador de Nicaragua ante la Casa Blanca.

Ahora bien, doña Salvadora al momento de dictar su última voluntad, dejó claro que le legaba, entregaba y traspasaba todas sus propiedades real, personal o mixta, a su hija Lillian Somoza Debayle de Sevilla Sacasa, porque ella le había dado “techo y a cuidado de mí por más de quince años”.

El testamento no deja al azar ningún detalle y es completo al fijar la línea de sucesión familiar en caso que su hija Lillian le antecediera en la muerte, lo que no ocurrió, pero ante esa hipotética circunstancia, los herederos bienaventurados serían los nueve nietos, hijos de Guillermo y Lillian, quienes también le habían dado “techo, cuido y cariño”. Sin embargo, en las líneas del testamento, habla de nueve nietos, pero menciona particularmente a siete, asunto este que aparenta una omisión pragmática, o bien entraña un calculado acuerdo común de los herederos.

Este documento, al final, redactado con mucha perspicacia y saturado de entrecejos eventuales, designa como albacea y fideicomisario de la masa testamentaria a Guillermo Sevilla Sacasa y como co-albaceas a Guillermo y Lorena Sevilla Somoza. Los testigos que escucharon el parlamento emotivo y en ocasiones pausado de doña Salvadora, fueron Camilo A. Meekins, Jerome C. O’Connell y Edgar Guerra, todos vecinos de Potomac, Maryland.

31 años después de 1956, que su esposo el general Anastasio Somoza García muere atacado a balazos, Salvadora Debayle Sacasa expira una mañana fría a los 92 años, sin remordimientos ni odio, muy distante de su patria, en las cercanías del río Potomac, hasta donde la condujeron las múltiples vicisitudes políticas y las desgracias familiares, dolorosamente expiadas.

El autor es abogado.

COMENTARIOS

  1. Colonia SALVADORITA (Mng)
    Hace 12 años

    Mi papás hablaban de doña salvadorita, lejos del escenario politico de los tiempos de General Somoza, con este reportaje hasta ahora sabemos que doña Salvadorita (asi se le conocia de Cariño), habia fallecido hasta 1992, todos creimos que habia fallecido hace muchas lunas, pero todo lo relacionado a los Somozas fue censurado por la dictadura sandinista

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