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Algunos de los 600 campesinos que mantienen tomada la finca Los Laureles. LA PRENSA/ AFP

Campesinos se aferran a fincas tomadas

Protegidos del sol y la lluvia por casuchas de madera y plásticos, unos 600 campesinos resisten en la finca Los Laureles, temerosos de un repentino ataque de los guardias de terratenientes a quienes arrebataron la tierra en el valle del Aguán, en el noreste de Honduras.

AFP

Protegidos del sol y la lluvia por casuchas de madera y plásticos, unos 600 campesinos resisten en la finca Los Laureles, temerosos de un repentino ataque de los guardias de terratenientes a quienes arrebataron la tierra en el valle del Aguán, en el noreste de Honduras.

[doap_box title=”Tres años de conflicto” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

Los enfrentamientos entre los latifundistas productores de palma africana —cuarto rubro de exportación de Honduras— y los campesinos que reclaman tierra para cultivar, empezaron hace tres años en esta zona regada por el río Aguán, cercana a la costa del Caribe. La última ocupación fue la de Los Laureles, pero miles de agricultores organizados tomaron 7,000 hectáreas de los latifundistas.

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Cada madrugada, aún en medio de la penumbra, los campesinos dejan sus rústicas camas de madera y se alistan para la faena, que inicia con la corta de las semillas de palma africana, de la cual se extrae aceite para la industria cosmética y de alimentos.

La labor corre pareja para hombres, niños y mujeres, aunque a ellas corresponde —antes de internarse en las densas plantaciones— hacer las tortillas y cocinar los frijoles y los huevos para el desayuno de las familias.

Esta, como las anteriores y posiblemente las futuras, será una jornada cumplida en un permanente estado de tensión por la amenaza siempre latente de un ataque.

“La verdad es que yo tengo temor a los guardias porque son peligrosos, ya mataron a un compañero”, declara a la AFP Johana Borjas, de 26 años, tesorera de la cooperativa Los Laureles que se organizó tras la ocupación de la finca.

Los campesinos se instalaron en esta finca, propiedad del influyente empresario Miguel Facussé, el 19 de julio pasado, desplazando a decenas de guardias que la custodiaban.

Siete días después, desconocidos dispararon desde lejos con fusiles contra campesinos; en la mañana anunciaron que hallaron entre la maleza, cerca de la finca, el cadáver de uno de ellos, Israel García, de 37 años, al que habían cortado una oreja.

Internacionales campesinos fincas tomadas archivo

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