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Los rostros de la escritura

“El fotógrafo de los escritores”

Salman Rushdie se dispone a depositar una flor en la tumba de Susan Sontag en Montparnasse, Daniel Mordzinski toma la foto. Quizás como este momento, hay otros, trascendentes, sublimes, dramáticos, en los instantes de los escritores que él ha captado y son irrepetibles.

Marta Leonor González

Salman Rushdie se dispone a depositar una flor en la tumba de Susan Sontag en Montparnasse, Daniel Mordzinski toma la foto. Quizás como este momento, hay otros, trascendentes, sublimes, dramáticos, en los instantes de los escritores que él ha captado y son irrepetibles.

El inventario fotográfico de Mordzinski es monumental, escritores maduros y contemporáneos, famosos, conocidos y desconocidos de muchas latitudes. Desde Jorge Luis Borges entre los reflectores y la mano que se asoma (su primera foto); Ernesto Sabato sombrío, Mario Benedetti en una cancha de futbol, Jorge Edwards elegante y animado, Adolfo Bioy Casares ensimismado, Guillermo Cabrera Infante en Londres, Gabriel García Márquez en su habitación, y Ángel González en el suelo, forman parte de una lista inacabable de autores que ha captado por 34 años.

“El fotógrafo de los escritores” está en Managua, y también le ha seguido los pasos a algunos creadores nicaragüenses que ha ido capturando en avenidas, monumentos, teatros y parques, entre montar dos exposiciones con fotografías en homenaje a Sergio Ramírez que se exhiben en Galería Códice y Los Rostros de la Escritura, en la Alianza Francesa de Managua, hasta el 30 de agosto.

Mordzinski está rodeado de esas imágenes, frescas y curiosas de los grandes novelistas, los poetas, los filósofos, que con el tiempo se han convertido en amigos y en los mejores acompañantes de su carrera de fotógrafo.

¿En 1978, cuando fotografió a Jorge Luis Borges, nunca imaginó que ese encuentro sería determinante en su carrera para convertirse en “el fotógrafo de los escritores”?

En 1978 —con 18 años— trabajaba como segundo asistente de dirección en el rodaje de Borges para millones , una película del director Ricardo Wullicher. Ya entonces me acompañaba una cámara de fotos, una vieja Nikormat que mi papá me prestaba en ocasiones importantes. Durante la filmación fotografiaría sin saberlo lo que sería mi primer retrato de escritor. No me imaginaba, entonces la aventura que se abría ante mi lente. Recuerdo los esfuerzos de Jorge Luis Borges para adaptarse a mis demandas y su aura imponente de poeta ciego. Esa primera fotografía se convirtió en un punto de partida esencial en mi proyecto, en la letra Aleph de mi cartografía.

[doap_box title=”¿QUIÉN ES MORDZINSKI?” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

Daniel Mordzinski, es argentino. Hace muchos años que vive en París. Se ha convertido en el mejor cómplice de tres generaciones de creadores. Estudió cine y fotografías, esto lo llevó hasta Jorge Luis Borges.

Trabajaba como asistente en un documental en 35 mm sobre Borges. Una vez en el rodaje del vídeo llegó con una cámara que le había prestado a su padre, así realizó sus primeras fotos en 1978.

A los 19 años tomó la guía telefónica y buscó el número de Julio Cortázar, lo llamó para invitarlo a su primera exposición en París.

Le dejó un recado en la contestadora: “No soy nadie, nunca hice nada, pero mañana voy a inaugurar la primera exposición de mi vida y sería el pibe más feliz del mundo si pudieras acompañarme. Te dejo la dirección”. Para su sorpresa el escritor se apareció en la muestra.

La fotografía que hiciera a Ernesto Sabato se exhibe en el Obelisco en Buenos Aires y es de 88 metros de ancho x 34 de alto, “la foto más grande que he hecho en mi vida”.

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¿Habla de “Las dos orillas” o “Las tres orillas” a qué hace alusión, se refiere a los continentes, las culturas entre los escritores?

La muestra de la Alianza Francesa, de Managua, que luego viajará a Granada es un intento de hacer dialogar las dos orillas de la literatura. Francia y América Latina: dos lenguas —que en realidad son muchas, porque sobre todo el español es la expresión de la diversidad y solo existe si existe todos los castellanos— y muchos países con un pasado reciente increíblemente interrelacionado. Nuestro acervo literario, como el histórico y político, es una fiesta de mutuas influencias, intersecciones, proyectos comunes y estimulantes episodios que han dado ricos frutos en todas las esferas de la vida.

¿Por qué retratar a los escritores, qué los hace diferentes del resto, qué novedosos le resultan?

Es evidente que fotografío porque me gusta, que retrato escritores porque me encanta leer y porque los libros forman una parte importante de mi vida, como lector, como amante de la cultura, como persona curiosa, sí, todo eso es cierto.

Lo que me interesa es saber por qué decidí dedicarle 34 años (y ojalá muchos más) a armar este atlas de las letras. Un proyecto, para colmo, interminable e infinito. Como en el mito de Sísifo, cuantos más escritores retrato más me quedan por fotografiar, y sin embargo la fotografía me ha dado grandes satisfacciones, entre otras, la amistad que me une a muchos de los autores que he fotografiado y admiro.

¿Qué escritores le han resultado más difíciles o complicados a la hora de los retratos?

Los autores son muy respetuosos con mi trabajo. Puedo resumirte que en estos años he encontrado grandes amigos y poquísimas malas sorpresas que por elegancia prefiero no mencionar. He aprendido que una cosa es el escritor y otra lo que él escribe, y también que no hay ninguna relación entre la calidad literaria y la fluidez en el retrato. Y además hay días buenos y días malos, para los escritores y para mí. No hay normas. Lo grande es que el balance es positivo y creo que voy consiguiendo algo que a la gente le interesa y en ocasiones ayuda a acercar al universo de las letras o a conocer mejor a un escritor.

¿Aprende de la fotografía cada día, del mundo de los escritores?

Diría que la literatura alimenta mis sueños y mi existencia. No concibo la vida sin literatura. Y mis retratos son el fruto de ese sentimiento y de un pacto virtual, un retrato de alguien que contribuye a ese sueño lleno de literatura, simplemente.

¿Al fotografiar a Gabriel García Márquez en su cama y estar con Mario Vargas Llosa durante la entrega del Premio Nobel qué experiencia y reflexiones le dejan?

Me siento un tipo afortunado y mi gran fortuna son mi familia, mis amigos y haber logrado un lugarcito entre los escritores. Disfruté muchísimo de la hora y cuarto pasadas a solas charlando y retratando al gran Gabo en su casa de Cartagena. Estaba trabajando en uno de los mejores festivales del mundo, el Hay Festival y una mañana Mercedes me llama al hotel y me dice “Gabo lo espera a las 12:00”.

Acompañé a Patricia y Mario Vargas Llosa a recibir el Nobel a Estocolmo y logré hacer fotos personales y únicas, que solo fueron posibles gracias al respeto y complicidad que ellos tienen por mi trabajo. En la Galería Códice de Managua, en el marco del homenaje a Sergio Ramírez, expongo por primera vez una de esas imágenes.

¿Cómo quiere retratar a los escritores, qué busca?

Una de las cosas que busco en los escritores es sin duda su lado humano, su humanidad, su capacidad de ternura. Permitirme una cita literaria, aunque suene a pedantería, de un autor al que no pude fotografiar, Albert Cohen, quien decía que las personas normales buscan en el prójimo inteligencia o ternura.

¿Cuándo vio la gigantesca fotografía de Sabato en una de las principales avenidas de Buenos Aires, qué sintió, qué reflexiones?

Fueron tres mil metros cuadrados de alegría y de emoción. Y una gran felicidad que la ciudad de Buenos Aires me invitara a ser parte de un justo y merecido homenaje.  Sabato fue un hombre elegante, no solo en el sentido físico, sino en el aspecto ético. Sabato era la elegancia del derrotado, la dignidad por encima de todas las incongruencias y las adversidades de la crueldad y la estupidez dominantes.

¿Cómo lo expone a Sergio Ramírez en sus fotos?

Sergio Ramírez es pura autenticidad: es grande, duro, valiente, infatigable, mientras te respondo pienso en su gran generosidad, sus continuos gestos de consideración por el prójimo, su mirada limpia sobre los asuntos más oscuros, su humor capaz de reblandecer la niebla más opaca. Y me siento orgulloso de ser amigo y compañero de ruta de una de las voces más dignas y firmes de la literatura. Ojalá mis retratos reflejen parte de eso.

Cultura Daniel Mordzinski Escritores fotógrafo archivo

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