Siempre hay noticias desde Argentina: buenas o malas y le interesen o no a “Ella”; esto es, a la presidente Cristina Kirchner.
“Ella”, para dar sus noticias —las que le importan— utiliza la cadena nacional con la que interrumpe la programación de todos los medios y a la que es obligatorio retransmitir para que la vean y la oigan. Y lo hace tanto que ya hay más de un proyecto de ley para parar con las “cadenas”; y además, sin importarle que se ha comprobado que se da una importante caída de la audiencia cuando viene la cadena de “Ella”.
Según un muy fundamentado informe publicado por El País de Madrid (23 de julio), Cristina K. es la tercera en el uso —o abuso— de las cadenas, tras sus colegas y amigos Chávez y Correa.
Según esta investigación la presidente de los argentinos en ocho meses sumó 11 cadenas nacionales (a hoy hubo por lo menos una o dos más). Sebastian Piñera, de Chile, por ejemplo, la utilizó 11 veces pero en 29 meses; Felipe Calderón, en México, entre 20 y 22 cadenas en seis años; Dilma Rousseff, de Brasil, tiene en su récord siete cadenas en 19 meses y José Mujica tres, también en 19 meses. El colombiano Juan Manuel Santos, que es medio “piquito de oro”, ha hecho 16 cadenas pero en 24 meses.
A Chávez y Correa no los supera nadie en el mundo: el venezolano en este año ha hablado por cadena nacional, según el referido informe, 75 horas y 20 minutos y eso que ha estado enfermo, con operaciones y convaleciente; sus récords de años anteriores son insuperables. El ecuatoriano Correa no le va a la zaga: en menos de cuatro años sumó 1,025 cadenas, más sus 284 mensajes sabatinos —enlaces ciudadanos— de tres horas cada uno que son transmitidos por todos los medios estatales y algunos medios privados (a los que no se les ha quitado la publicidad oficial).
Mientras la mayoría de los presidentes “moderados” utilizan la cadena nacional para saludos de fin año, efemérides o días especiales (del niño, de la mujer, del trabajo, aniversarios), Cristina K., en su último discurso lanzado urbi et orbi , explicó que ella se reserva la cadena nacional para las cosas que cree que “no pueden ser ignoradas” y ante la actitud de los medios que no informan sobre las “cosas importantes para ‘Ella’”.
Pero la presidente, una de las más importantes defensoras de la democracia paraguaya, por ejemplo, no se quedó ahí, sino que a la crítica sumó la amenaza a la prensa y los periodistas casi con nombre y apellido. Dijo cosas como estas: “El cuarto poder debería publicar qué empresas les pagan para que cuando leamos un artículo sepamos”; “necesitamos una ley de ética pública para el cuarto poder de una vez por todas en Argentina”, aclarando eso sí que no se refería a “los chicos y chicas (periodistas) que vienen con un micrófono o un grabador corriendo y tratando de hacerme una nota, sino a aquellos que ya son estrellas; todos sabemos a quienes me estoy refiriendo”.
Sin duda, serias amenazas lanzadas desde la jefatura de Estado y a través de la cadena nacional, y además proferidas por alguien que en esa materia —la de la libertad de expresión— casi siempre cumple con lo que amenaza o promete.
El espacio se acaba y quedan para atrás otras noticias como las referidas a las riquezas de la presidente Kirchner, lo que heredó de su marido, lo que gana por sueldos, pensión, alquileres e intereses, y el por qué la califican de “ricachona” dirigentes de izquierda, más todo lo referente el tema de “el dólar” y las ventajas que en esta materia tienen los “funcionarios” respecto a los ciudadanos comunes y también todo el debate y opiniones —del premio Nobel de la Paz Pérez Esquivel o el presidente de la Suprema Corte, por ejemplo— en relación con la denuncia de que se habría dispuesto la salida transitoria de presos para que asistieran a un acto del “kirchnerismo”. Quedará para otra.
El autor es periodista uruguayo, director del semanario Búsqueda.
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