Marcello Pérez
Según la última propuesta de fortalecimiento del sistema de pensiones del INSS, el programa de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) será deficitario a partir del año 2021. Para resolver este problema el INSS propone un conjunto de reformas paramétricas. Entre ellas sobresalen el aumento semigradual de la edad de jubilación de 60 a 65 años y la duplicación de los años cotizados requeridos de 15 a 30. El objetivo de la propuesta consiste en garantizar la solvencia a mediano plazo, sin embargo desatiende los problemas principales del sistema: la cobertura inaceptable del solo 20 por ciento de la PEA y el crecimiento minúsculo de los salarios reales.
El sistema de pensiones nicaragüense asemeja a una gran familia con 530 mil “hijos” (los afiliados), que financian las pensiones de sus 93 mil “padres” (los pensionados) y su solvencia depende de tres factores:
1. El factor biológico, representado por la relación pensionados/cotizantes, ha sido un agente positivo, pero se tornará adverso una vez que el programa alcance la maduración. ¿Cómo se puede contrarrestar el efecto de esta madurez? La solución es eficiente, social e inclusiva: aumentando considerablemente la cobertura de la PEA. Esto retrasaría notablemente la madurez del sistema, brindándole solvencia a mediano plazo y por lo mismo concediéndole más tiempo para consolidar sus otros componentes. Es así, que un aumento de la cobertura no es solamente una meta en sí, sino que también representa un instrumento poderoso y estratégico para lograr un seguro de pensiones inclusivo, eficiente y sostenible. Según estudios de la Cepal, el 56 por ciento de la fuerza laboral tiene capacidad económica para cotizar al Seguro, posibilitando un aumento de la cobertura en un exorbitante 36 por ciento.
2. El factor salarial: constituye el verdadero pilar del sistema de reparto, puesto que las ventajas del factor biológico son transitorias. Si los salarios reales de los afiliados se incrementan, también aumentarán los ingresos del programa IVM. Durante los últimos 16 años, el salario real de los afiliados ha crecido a una tasa promedio del 0.75 por ciento anual. Esta cifra desalentadora obedece principalmente a la baja productividad laboral. Dado que el seguro IVM y el mercado laboral nicaragüense comparten el mismo problema, resulta sorprendente enterarse que el Ministerio del Trabajo no forma parte de la comisión interinstitucional que estudia la reforma. Lo cierto es que esta generación de trabajadores depende más que nunca de la futura productividad laboral de sus hijos.
3. El factor diseño inteligente: Para calcular el monto de las pensiones solo se toman en cuenta los salarios de los últimos tres o cinco años de la vida laboral. Este procedimiento causa múltiples incentivos negativos: Por un lado desincentiva a trabajar productivamente durante gran parte de la vida laboral, ya que los salarios de los primeros años no son tomados en cuenta para el cálculo de la pensión. Por otro lado fomenta en este mismo periodo la subdeclaración de los salarios, posibilitando transferencias en detrimento de los asalariados más humildes. Por ello, es posible que el programa IVM no sea solamente la víctima del bajo crecimiento de los salarios declarados, sino también parte del problema.
La situación financiera del sistema de pensiones es delicada y su reforma impostergable. No obstante, reformas paramétricas vertiginosas como las propuestas actualmente son contraproducentes, puesto que dificultan la afiliación de nuevos trabajadores, siendo incompatibles con la meta de un aumento de la cobertura. Por lo tanto es perentorio redirigir el debate hacia el objetivo de una mayor participación de la fuerza laboral en el sistema de pensiones, acompañado de un rediseño de la fórmula de cálculo menos contradictoria y más incentivadora. El tiempo ganado a través de estas medidas debe ser aprovechado para fomentar el crecimiento de la productividad laboral. Esta es una tarea de nación que apremia, donde la reforma al sistema educativo deberá jugar un rol fundamental.
El autor es economista.