En su artículo “Chopin era cubano”, publicado en LA PRENSA del domingo 19 de agosto corriente, el periodista y escritor cubano español Carlos Alberto Montaner habla de su último libro titulado La mujer del coronel . Cuenta Montaner que fue a Italia a presentar su libro y lo hizo incluso “en una islita del Adriático italiano del archipiélago Tremiti”. En su charla explicó a los asistentes que en el libro cuenta “la historia de una dama adúltera y de un heroico militar que resultaba engañado ante la cólera de sus compañeros”; y entonces “la historiadora del lugar, llamada Cristina” le habló de la coincidencia de que “esta isla la fundó Diomedes, capitán de guerreros, cuando, desesperado, huyó de los brazos de la mujer que lo engañaba. Todos esos pájaros marinos que usted ve en la playa son los diomedes y descienden de los tristes compañeros del héroe griego”, dijo a Montaner la historiadora isleña italiana.
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Es una historia interesante. En realidad, el archipiélago Tremiti también llamado islas Diomedes es un pequeño grupo de cuatro diminutas islas en las que viven apenas 307 personas: 208 en San Domingo; 45 en Capraia; 42 en San Nicola y 2 en Cretaccio, que más bien es un arrecife.
Por la historia se sabe que los antiguos griegos llegaron a esas islitas y establecieron allí algún pequeño asentamiento. Pero según la leyenda el archipiélago Trimiti fue formado por los cuatro grandes peñazcos que el héroe griego Diomedes arrojó al mar.
Diomedes llegó a ese lugar del mar Adriático después que huyó de Grecia para evitar que lo asesinaran. El héroe griego había participado en la guerra de Troya, en la cual fue uno de los más bravos guerreros. Se enfrentó incluso a los dioses que peleaban a favor de los troyanos, habiendo herido a Afrodita en una mano y a Ares en un costado. Junto a Odiseo, su gran amigo, Diomedes participó en las hazañas más destacadas de aquella legendaria contienda y fue uno de los guerreros griegos que entraron a la ciudad, escondidos dentro del Caballo de Troya.
Pero la guerra de Troya duró diez años y mucho tiempo más tardaron los griegos en regresar a sus tierras y sus hogares, donde no todas sus mujeres los esperaron como la fidelísima Penélope aguardó a su esposo, Odiseo. Muchas mujeres se unieron con otros hombres, entre ellas Egialea, la bella esposa de Diomedes a quien le fue infiel con Cometes.
Cuando Egialea y Cometes supieron que Diomedes estaba vivo y regresaba a su hogar, planearon asesinarlo. Pero Diomedes se refugió en el templo de Hera y luego, seguido por sus hombres más fieles, huyó hacia Italia (que los griegos llamaban Magna Grecia) donde fundó varias ciudades y creó el archipiélago Tremiti también llamado por eso islas Diomedes.
Cuando Diomedes murió, sus fieles seguidores lo lloraron tanto que los dioses se conmovieron con su tristeza y los transformaron en aves marinas, que fueron llamadas las diomedes, las cuales viven hasta ahora en las islas del mismo nombre y se distinguen porque son amables con los isleños pero hostiles con los extranjeros. Habría que preguntarle a Carlos Alberto Montaner si acaso durante su visita a esas islitas italianas, fue hostigado por los pájaros diomedes.
Ver en la versión impresa las páginas: 10 A
