Auxiliadora Rosales
La educación nutricional es un aspecto muy importante en toda familia, sobre todo porque es un aprendizaje que los hijos ven todos los días en casa. De su estilo de vida depende mucho si será un adulto saludable o con trastornos de peso.
Los padres deben tomar en cuenta y muy en serio que los problemas de peso y la conducta alimenticia pueden ser muy estresantes y dañinas para el bienestar general de sus hijos.
“Los efectos sociales de este asunto incluyen una autoestima baja y aislamiento. Los efectos en la salud física que pueden desarrollarse a medida que su hijo crece y se convierte en un adulto pueden ser graves”, advierte María Luz André, médico nutricionista de Tulipanes Spa.
“Para tratar el tema de cómo educar a nuestros hijos en materia de nutrición o alimentación sana, debemos primero educarnos nosotros (los padres) y ser ejemplo para ellos en la preparación de las comidas, en las idas al supermercado y en la alimentación en nuestro comedor; no en la habitación, ni con la televisión”, expresa André.
André cita que la Organización Mundial de la Salud (OMS) en materia de alimentación recomienda que se debe ingerir 30 por ciento de grasas al día, de las cuales solo el 10 por ciento pueden ser saturadas (grasas vegetales hidrogenadas o grasas animales), el 20 por ciento deberán ser insaturadas (aceites vegetales líquidos y semillas). Además, incluir un 50 por ciento de carbohidratos en la dieta, de los cuales azúcares solo pueden ser el 10 por ciento, el resto tienen que ser almidones, cereales, granos y vegetales.
La experta en nutrición señala que es importante ingerir al menos 16 onzas de fruta entera al día (no tanto en jugos), preferiblemente en la mañana, para tener todo el día el consumo calórico de las mismas.
También recuerda que nuestro organismo necesita ingerir fibra, obtenidas en las verduras, hortalizas y legumbres. “Lo recomendable son 32 onzas de verduras y hortalizas al día divididas en el almuerzo y cena y al menos 3 veces a la semana el consumo de legumbres (lentejas, garbanzos, frijoles).
Del 10 al 15 por ciento de ingesta proteica, prefiriendo los lácteos descremados y derivados, el pescado, lomo de cerdo, filete de pechuga de ave y carne de res sin grasa visible (en este orden de preferencia por su contenido en grasa saturada y colesterol).
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