Bogotá/EFE
La discusión sobre el alto al fuego, uno de los primeros puntos que las FARC plantean dialogar a partir del 8 de octubre en Noruega, fue zanjada ayer por el gobernante Juan Manuel Santos con esta advertencia a los insurgentes: “El país está muy bien física y mentalmente para la guerra y para la paz, pero por supuesto que preferimos la paz”.
• Arias aseguró en un comunicado que eso fue lo que ocurrió en Centroamérica para lograr la paz en la década de 1980, y señaló que “no tiene sentido discutir sobre plazos, condiciones, amnistías, si no existe un acuerdo para poner fin a toda forma de violencia”.
• El expresidente de Costa Rica aseguró que es difícil que algún actor internacional se atreva a boicotear el proceso de paz.
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El gobernante ratificó ayer en Toleimeda, base conjunta de las fuerzas militares en Nilo, que el diálogo formal no implicará un cese el fuego inmediato en la confrontación, que solo se dará con la firma del “acuerdo final” de paz. Con ello reiteró la postura con la que ha encarado este naciente proceso con las FARC, que el jueves propuso el cese al fuego como una prioridad.
“Lo deseable es un cese de hostilidades, porque disminuye los niveles de violencia en la sociedad y crea un clima favorable de apoyo al proceso de negociación”, expresó ayer el profesor universitario Alejo Vargas, politólogo que en el pasado ha hecho parte de comisiones facilitadoras de paz con la guerrilla.
Jesús Chávez, el líder mayor del Consejo Regional Indígena del departamento del Cauca (Cric), la minoría que se siente más castigada por el conflicto armado interno, opina en el mismo sentido. “Somos partidarios del cese de hostilidades, porque cuando se está conversando para un escenario de paz es mejor evitar más muerte y derramamiento de sangre”, consideró.
temen ataque militar
Vargas admitió que le preocupa qué puede pasar cuando, en medio del diálogo formal, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) realicen un hecho militar de impacto. Los rebeldes lo hicieron durante el fracasado diálogo que mantuvieron de 1999 a 2002 con el Gobierno del expresidente Andrés Pastrana.
Las FARC no aceptaron llegar a las conversaciones con un alto el fuego bilateral, y cometieron secuestros masivos en grandes centros urbanos o, aún, desviaron un avión comercial en vuelo, esto colmó la paciencia de Pastrana, que rompió el diálogo.
El de las hostilidades es un asunto con “muchas complejidades”, reconoció Vargas, para advertir al mismo tiempo de que “una mesa de conversaciones de paz refleja la correlación de fuerzas militares del conflicto”. “Es decir, lo que hay en la mesa no es otra cosa que un reflejo de lo que hay en la realidad del conflicto”, explicó el experto.
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