Juan Vega González (*)
Hace muchos años Kenichi Ohmae (asesor empresarial japonés), escribió un libro denominado La mente del estratega . Probablemente si lo volviera escribir hoy tendría que rebautizarlo a “ La estrategia de ejecución ”.
El pensamiento estratégico implica encontrar la forma o camino más efectivo (menor tiempo y costo posibles) de cumplir con las metas del negocio y hacer realidad el sueño empresarial o misión que se propone cumplir el empresario.
El pensamiento estratégico precisa acompañarse de una ejecución igualmente estratégica, que incorpore una ventaja competitiva o creación de valor para sus clientes por medio de la innovación, mejora continua y comunicación efectiva.
En una empresa, la ejecución se define/plasma en sus políticas, procesos, productos que oferta en el mercado y en la forma de comunicarse con sus clientes y empleados.
1. Las políticas precisan definir claramente cuáles son los riesgos y oportunidades que la empresa está y no está dispuesta a tomar; niveles de autoridad para la toma de decisiones; y responsabilidad por la rendición de cuentas, control y supervisión de la gestión del negocio.
2. Los procesos son acciones y decisiones de los empleados necesarios para producir y vender. Para ser estratégico, un proceso debe identificar claramente su valor agregado (beneficio) y sus costos asociados, los riesgos y cuidados a tener, el estándar de productividad y como hacer su control de calidad.
El arte de crear procesos estratégicos está en identificar brechas o necesidades de capacitación e instrumentos de toma de decisiones o supervisión, que se necesitan para hacer cada vez más eficientes y de calidad las actividades del negocio.
3. Productos son la línea final de contacto y uso entre el negocio y sus clientes. Para hacer estratégica, la gestión de productos, necesita definir estándares de calidad (tiempo, costos y productividad) y ocuparse de crear procesos que permitan mejorarlos sistemáticamente.
La calidad está en los ojos de quién la mira. La gestión estratégica de productos requiere preguntar sobre su satisfacción a clientes y empleados respecto a lo que les gusta, lo que no les gusta y las sugerencias que tienen para mejorar (productos, políticas o procesos de la empresa).
Planeamiento y ejecución son dos caras de la misma moneda. Una sin la otra no hace sentido; pero juntas pueden guiarlo al éxito empresarial.
(*) Director de Promifin, programa auspiciado por la Cooperación Suiza en América Central ejecutado por Triodos Facet.
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