Gisella Canales Ewest
Bernhard Eikenberg, director de inversiones de Bamboo Finance, recalcó que “es muy importante” tener memoria institucional, es decir, que no ocurra como en otros países, donde “se vuelven a cometer los mismos errores en un lapso relativamente corto”.
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En las dos décadas que lleva de existencia el sector de microfinanzas en Nicaragua nunca habían enfrentado una crisis tan profunda como la ocasionada por el Movimiento de Productores y Comerciantes del Norte.
Después de varios años en que las instituciones de microfinanzas lograran crecimientos anuales de hasta el 30 por ciento, en el período 2008-2011 el movimiento —compuesto supuestamente por unos 12 mil deudores— desplomó en más de un 30 por ciento la cartera de créditos y clientes. Las microfinanzas de Nicaragua dejaron de ser líderes en la región, redujeron su red de sucursales, perdieron la confianza de sus proveedores de fondos y vieron elevarse sus costos, pero también aprendieron a ser más selectivos para otorgar un crédito.
El movimiento de morosos inició entre mazo y abril del 2008 con protestas en contra del encarcelamiento de productores deudores. La mora se había elevado en gran medida impulsada por la caída del precio de la carne —que afectó a los productores pecuarios—, pero muchos aprovecharon este contexto para rehuir a sus compromisos financieros. El “tiro de gracia” fue la incitación que hiciera el presidente Daniel Ortega para que los morosos recrudecieran sus protestas.
A criterio de Luis Noel Alfaro, catedrático del Incae, con especialidad en Finanzas para el Desarrollo, el movimiento de morosos “casi nos deja una industria quebrada”.
Las entidades aprendieron de esta experiencia —dice Alfaro— lo que les permitirá crecer en los próximos años; pero lo más importante, destaca, es la lección que deben tomar los clientes. “Cada uno como persona tiene que ser responsable consigo mismo, con sus familias; no se trata únicamente de tomar créditos, uno tiene que ser muy responsable de ver hasta donde tiene capacidad de pago”.
Y es que quienes se unieron a esta iniciativa de revivir la cultura del no pago ahora difícilmente accederán a financiamiento formal.
CUIDADO CON EL CRECIMIENTO
Eelco Mol, gerente para América Latina de la entidad proveedora de fondos Triple Jump, destacó tras esta situación que se debe trabajar más para evitar el sobrendeudamiento. Esto se lograría, ejemplifica, educando a los clientes, a las microfinancieras y educar fondeadores; también sugiere al sector mantener niveles de crecimiento más reducidos “y no tan rápido como en el pasado”.
Mol también sugiere mejorar prácticas en la información de los costos que se brinda a los clientes y tasas de intereses transparentes.
Paul Surreaux, oficial de inversión de Ada Luxemburgo, afirma que la lección principal es “crecer de manera sostenible respetando las buenas prácticas”.
“A nuestro parecer (y eso es responsabilidad de todos los actores del sector, incluyendo financiadores) es que se ha crecido de manera salvaje, provocando un exceso de créditos en hogares que a veces no lo manejan de manera oportuna. Esta situación, aliada con un entorno económico desfavorable (precio del ganado, crisis en Estados Unidos) dificultó la capacidad de pago; sin hablar del fomento político que también tiene una gran responsabilidad en la escala del conflicto entre IMF (instituciones de microfinanzas) y deudores”, señaló Surreaux .
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